¿Dónde está la dignidad, a menos que haya honestidad?â€, Cicerón.
Ayer fue un dÃa triste para la democracia mexicana. No el más triste de todos, pero sà aquél en el que se dio un paso más hacia el retorno de un sistema hegemónico de partido virtualmente único, que está liquidando el sistema de la peor forma: en nombre del sistema mismo. De entre todos los protagonistas, porque todos fueron responsables, se erigieron en estrellas de la representación los Yunes. Padre e hijo del clan veracruzano, esa expresión contemporánea del caudillismo más rancio. Cercados por la corrupción pero sobreviviendo, una y otra vez, en su feudo, a los vaivenes polÃticos. A veces pagando 30 monedas y a veces recibiéndolas. No son el único caso, no nos rasguemos las vestiduras. Ellos asumieron el papel de chivo expiatorio pero es más que probable que, entre los otros 42, algunos, quizá muchos, naden de muertito fingiendo indignación mientras brindan por seguir conservando sus prebendas. En todo caso, si algo de credibilidad quedaba a la oposición, ha quedado liquidada para mucho tiempo. Es la hora de la sociedad civil, o el tránsito que se avecina será largo y oscuro.
AMLO ha hecho al fin realidad una intención que nunca ocultó: mandar al diablo a las instituciones. Su largo tiempo orquestada catarsis colectiva ha provocado que el pueblo mexicano, o gran parte de él, pierda aquellas cualidades que glosaba MartÃn Luis Guzmán: la conjugación de una tristeza fiel con una dignidad suprema. Aquella tristeza por México ha dado paso a una especie de alegrÃa revanchista y ciega por aquello de que “ahora les toca a los mÃosâ€. El alborozo entre los seguidores de AMLO ante cabildeos como el de ayer deja poco lugar a la dignidad, si consideramos que a sus filas se integran panistas tan conspicuos como los Yunes. Dentro de las transformaciones de la 4T también está convertir lo indecoroso en un honor, hay que estar siempre con Obrador. Con todo, se viene una buena noticia: a final de este mes podremos saber con precisión, y no por intuiciones, la realidad de lo que perciben los ciudadanos, porque tendremos una medición de SABA Consultores. Una vez más, comprobaremos la mágica relación entre la opinión pública y los acontecimientos: aquella moldea a estos y viceversa. Y, aunque se resistan quienes viven en el reino de la fantasÃa de Andrés Manuel, podremos acercarnos más a la realidad e intentar leerla, por más que esta sea triste. Precisamente porque el dato mata al relato, al menos para quien no sea ciego o se mueva en la ensoñación fraudulenta de los “otros datosâ€.
La gravedad del paso dado ayer por el Senado no es poca. Hay un aspecto de la reforma que se ha comentado poco, pero que es capital: los llamados “jueces sin rostroâ€. En realidad, no es novedad. Ya se ha implementado en América Latina en varias ocasiones, con nulo éxito. Antes que nada, no olvidemos que ya lo intentó en 2010 Felipe Calderón y su propuesta no prosperó. Pero los ejemplos en el ámbito latinoamericano no pueden ser más desalentadores: el Perú de Fujimori y El Salvador de Bukele, además de algunos estados del Brasil de Bolsonaro. Ninguno de ellos, por distintas razones, campeones de la democracia. La gran contradicción es que, al mismo tiempo que se expondrá con nombres y apellidos a los jueces mediante el sistema de elección popular, después se pretenderá cubrirles el rostro. Demasiado tarde, ¿no creen?, sobre todo en las zonas, cada vez más extensas, donde el crimen organizado campa a sus anchas. Lo que debemos entender es la reforma en su contexto, que no es otro que un eslabón más de la concentración de poder en manos del presidente en turno (y, ojo, de aquellos a quien sirva). Esto me lleva a una reflexión. ¿No serÃa más lógico y natural haber esperado al inicio del mandato de Sheinbaum? ¿A qué las prisas? ¿No parece un sÃntoma de imposición por parte del saliente a la electa? ¿No será, para desgracia de los mexicanos, que la anuencia de Claudia sea sÃntoma de conformidad?
Las consecuencias son variadas, unas previsibles y otras no tanto. Entre las primeras, la ya conocida pérdida de independencia del poder judicial y la fusión de este con legislativo y ejecutivo, algo desde luego nada sano para ningún organigrama que se pretenda democrático. Por supuesto que, perdido el legislativo, la oposición pasa a ser absolutamente inoperante y por tanto intrascendente, más aún después del espectáculo de ayer. Son muy pocos y muy mal avenidos, lo cual cabe señalar que desde luego no es culpa de la 4T sino de años de pésimos manejos internos en los que ha primado la supervivencia personal sobre los intereses partidistas. De los intereses ciudadanos, mejor ni hablar. También es probable que si se pone en tela de juicio la seguridad jurÃdica, se retraerá la inversión y el rumbo de la economÃa no será bueno, lo cual ya se está vislumbrando en la debilidad del peso. A esas desalentadoras circunstancias, hemos de sumar otras más imprevisibles. Por ejemplo, el riesgo de desórdenes públicos y de enfrentamientos, que quizá tuviera ayer su primer prólogo en el tumulto del asalto a la cámara alta. No nos neguemos a creer lo que pudiera suceder, porque quizá ya esté sucediendo. Una de las grandes temeridades de Andrés Manuel ha sido polarizar al máximo al pueblo mexicano.
El vodevil de ayer nos mostró, primero, al padre hablando en nombre del hijo, y después al hijo hablando y actuando probablemente en nombre del padre, que fue el muñidor del pacto. Ambos guiados por el espÃritu (santo, claro) de Andrés Manuel, a través de su vicario en la tierra, que ayer fue Adán Augusto. Noroña, que ha pasado de hereje a gran camarlengo, ofició de director del cónclave sin casi torcer el gesto. Ahora, desmontados los contrapesos y la separación de poderes, se inicia una etapa de defensa cÃvica. Hace unos meses, el director técnico del Real Madrid, Carlo Ancelotti, comentaba que le gustaban los defensas pesimistas. Con ello querÃa decir que, si habÃa de pecar de exceso, mejor que el encargado de neutralizar un ataque se pusiera en lo peor. Probablemente esa deberá ser la actitud de la sociedad civil ante lo que se viene, porque para el optimismo no hay muchas razones. Por lo ya dicho y mucho más, no confÃo en Claudia Sheinbaum, y evidentemente tampoco en el legislativo. Hay un motivo, sÃ, para la esperanza: en peores plazas ha toreado México, y a veces ha salido a hombros. Asà que suerte, vista y al toro. Lo vamos a necesitar.
Si consideramos que los Yunes se integran a Morena, dentro de las transformaciones de la 4T también está convertir lo indecoroso en un honor.
11/09/2024