Delirium tremens

Adolfo González

NAVEGANDO A ESTIMA
Ojalá fuera real el mundo imaginario que presentó Andrés Manuel, pero incluso las prisas por acometer las reformas son ya de por sí sospechosas.
04/09/2024

“Confundir nuestras propias construcciones e invenciones con leyes eternas o decretos divinos es uno de los más fatales delirios de los hombres”, Isaiah Berlin.
 
Cuando leí que López Obrador invitaba a los asistentes el domingo al Zócalo a acudir “preparados, con agua, sombrilla, sombrero, gorra y paciencia”, sentí que debía armarme sobre todo de esta última, y he de confesar que me fue muy necesaria. Contábamos ya con el precedente del viernes, ese acto ridículo en el que supuestos comunicadores independientes gritaban a coro que era un honor estar con Obrador, para ser luego recompensados y compensados a su desmayo con sendas cajitas que contenían un huevo revuelto y un bolillo. Un desayuno modesto, comentó el Tlatoani, faltaría más en plena austeridad franciscana o republicana o como queramos llamarla. Ante esa generosidad, estaba plenamente justificado el éxtasis colectivo de la new wave de internautas de la 4T. Fue todo un arquetipo, como la venta de la primogenitura de Esaú por un plato de lentejas. Son los chayoteros del nuevo concepto de bienestar. No sólo vivimos en tiempos líquidos, como anunció Zygmunt Baumann: también los principios se han hecho líquidos. A huevo, nunca mejor dicho.
 
Vaya por delante que en absoluto me decepcionó el último informe de AMLO, porque no cabía esperar otra cosa del penúltimo acto de onanismo colectivo de la 4T. Esperaba, como así sucedió, que se convirtiera en un acto de propaganda partidaria, y por supuesto también que fuera una escenificación a la mayor gloria del líder. Todo un ejemplo de culto a la personalidad de Andrés Manuel, sobre la cual quizá otro día me anime a escribir, porque da para mucho. El último, por ahora, discurso de López Obrador, fue también el paradigma final de los “otros datos”, de las realidades paralelas, de las cifras retorcidas y del mundo imaginario oficialista. Andrés Manuel nunca llegó a lo sublime, pero sí en varias ocasiones a lo ridículo. En especial con lo del sistema de salud, que ante el alborozo general declaró mejor que el de Dinamarca. El éxtasis de las falsas profecías autocumplidas, la burda fantasía en imperativo, el fanatismo hecho carne. Peor: la presunción disfrazada de filantropía. Sería extravagante si no fuera pavoroso. La lista de medias verdades y de cifras manipuladas fue tan abrumadora que llegó a la infamia. Se va a jubilar, dice, con la conciencia tranquila y muy contento. Es difícil distinguir el delirio de la soberbia.
 
De esta situación lo único que me recuerda a Dinamarca es lo que dice Hamlet: algo huele a podrido. No en aquel reino, sino en esta república, y no creo que sean los huevos del desayuno de los cibernautas, aunque desde luego tenían bastante mal aspecto. No estoy, sin embargo, de acuerdo, con quienes piensan que a López Obrador lo alcanzarán sus responsabilidades de toda índole, incluyendo las penales. El escenario que espero no incluye esa circunstancia, y sí probablemente la contraria. Espero su presencia en la sombra (o no tan en la sombra) acotando el ejercicio de su sucesora, y manejando directa o indirectamente los poderes públicos, ya aniquilada su separación, en un nuevo “maximato”. La Historia que fue primero tragedia se repetirá ahora como farsa, siguiendo el enunciado de Marx. La insistencia de AMLO en que se va es de por sí sintomática, porque las excusas no pedidas casi siempre manifiestan culpabilidad. Sucede lo mismo con la negación, durante su discurso, del narcoestado. Ojalá fuera real el mundo imaginario que presentó Andrés Manuel, pero incluso las prisas por acometer las reformas son ya de por sí sospechosas.
 
No me canso de insistir: no sabemos, ni podemos saber, cómo está impactando todo esto en la opinión pública, porque en ausencia de los monitoreos de SABA Consultores no hay medio fiable para ello. Lo probable es que se mantenga, e incluso haya aumentado, el entusiasmo por el líder, porque como en otros tiempos la maquinaria oficialista ha difundido esta otra realidad con todo su despliegue de poder. Pero esto es una mera suposición. Lo que no lo es son los 36 millones de votos de hace tres meses, que nadie se engañe, no importa cuánta gente asistiera in situ al discurso de “despedida”. La hipnosis colectiva continúa, a pesar de la exhibición de cinismo no sólo del domingo, sino de todo el sexenio. Por cierto que muchos intelectuales han entonado, tarde, el mea culpa, pero hay algunos que siguen sin caerse del guindo. Por ejemplo, el gran historiador Lorenzo Meyer, que parece que quiere seguir creyendo que López Obrador es el mesías que siempre esperó la izquierda, cuando ha demostrado que no pasa, como mucho, de falso profeta.
 
Así que lo malo es que esto no acaba, sino que recién empieza. Porque el daño está tanto en lo ya sucedido como en lo que ha de venir. Cada vez albergo menos esperanzas de un cambio de rumbo con Sheinbaum, porque AMLO se está encargando de dejarlo todo lo mejor atado posible para que la nueva presidente ejerza un poder omnímodo, puede que en nombre del saliente. La 4T está echando el freno al ya de por sí escaso desarrollo democrático de la Nación y estamos a punto de asistir al inicio de la marcha atrás. Este es un show que, al contrario de lo que dice la máxima de los artistas, no debería continuar. Pero mientras no se demuestre lo contrario, Claudia representa la continuidad, y eso no es nada alentador. Me temo que lo que está por venir no va a ser bueno y va a durar bastante. Así que sigamos, por una vez, las recomendaciones de AMLO, y armémonos de paciencia por una buena temporada. Pero nunca de resignación, eso es lo que quisieran. No nos vendamos por un huevo y un bolillo.

adolcafe@yahoo.es



ADOLFO GONZÁLEZ reside en España, y es analista político especializado en la interpretación de la metodología de Saba Consultores de medición de la opinión pública. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

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