“Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido...”, Pablo Neruda
El monitoreo de SABA Consultores del pasado lunes presenta datos estables sobre López Obrador, y unas tendencias que sugieren que, de cara a próximos procesos electorales, Morena mantendrá su hegemonía. El comportamiento político, social y electoral del partido del presidente le hace parecer cada vez más un nuevo PRI, y va para largo. Sobre todo porque el poderoso caballero, don dinero, sigue interviniendo en el sostén de la popularidad presidencial. Aclaro una vez más que sería mezquino culpar a quienes perciben los apoyos. Sí, en cambio, a quienes manipulan su voluntad a cambio de dejar caer unas migajas del banquete para paliar en parte el hambre que ellos mismos permiten y mantienen. Suyo es el mayor pecado. Además del crecimiento de Morena, permanece un estado abúlico y depresivo de cuantas formaciones políticas pretenden hacerse llamar oposición. Tal vez las ilusas expectativas de que el trágico caso de los migrantes fuera el Ayotzinapa de AMLO contribuyan a ello. Triste es comprobar que la espera de una especie de milagro sea lo máximo que ofrece la dizque oposición. Eso también recuerda pasadas etapas de hegemonías partidistas que pensábamos olvidadas. En la interna, Ebrard y Sheinbaum permanecen en un cerrado empate, con algún matiz en los cruces electorales: a Claudia le va bien, pero al canciller le va aún mejor.
La atención ciudadana estuvo centrada, como siempre, en cuestiones relacionadas con la seguridad pública, y algún hecho de actualidad, como la mencionada muerte de los migrantes. Cabe señalar que se registran menciones a la “compra” de Iberdrola, una especie de nacionalización al estilo 4T, que no esconde más que el paso de un privado a otro, ya que la CFE será simple operadora. De todos modos, las menciones son difusas, lo que implica una atención, o una comprensión, limitadas del acontecimiento. Se habla de una “refinería”, de “plantas”, de “empresas”, sin apenas nombrar a Iberdrola. El tema energético, a pesar de la catarsis preparatoria del pasado mes de marzo en recuerdo de la expropiación petrolera, no despierta entusiasmo.
La 4T es anacrónica en sí misma, y bastante poco original. Niega la alternancia y pretende desmentir la afirmación de Baumann: “Vivimos en tiempos líquidos, donde nada está hecho para durar”. Andrés Manuel no está dudando en intentar, por cuantos medios tiene a su alcance, perpetuar su “régimen”, y su modus operandi es el del más rancio PRI. Refuerzo del poder ejecutivo, subordinación del judicial, control de los procesos electorales, sostenimiento a través de apoyos sociales para generar una red clientelar. Lo único de lo que no dispone es del otrora decisivo apoyo de las corporaciones sindicales, con lo cual necesita que su conexión con los estratos populares sea a través de programas directos, lo que en sí mismo no es muy diferente a lo que implementó Salinas. El Dr. Borrego plantea cotidianamente la semejanza entre el respaldo a un líder político y el amor, siendo la opinión pública la “muchacha” más o menos enamorada, y el mandatario o aspirante a ello el objeto de sus anhelos o rechazos. El amor entre una mayoría de los mexicanos y el presidente se mantiene, pero a veces, como en esta ocasión, se presenta transido de una mueca de desapego. En contra de lo que sucede habitualmente, hoy el indicador de felicidad registra una advertencia negativa. Quizá porque, al apoyarse al fin y al cabo en una transacción económica, este amor deja un regusto amargo, tal vez resignado, algo perro. Sin embargo, nada ajeno al flujo monetario parece afectarlo, por lo menos a corto plazo. Habrá que dar tiempo al tiempo. Más corre un galgo que un mastín. Pero si el camino es largo, más corre el mastín que el galgo.