Juan Palacios

APOTROPAICO
Parece que el sexenio de AMLO fue como el cambio del cual habla el personaje de la novela de Lampedusa: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".


Quizá sea momento de dejar la pereza de tratar de asumir que todo el éxito de Morena y AMLO se explica gracias a una “poderosa narrativa” y ponernos a ver aquello que realmente lo sustenta.


Siempre habrá alguien con la ambición suficiente para desafiar el poder y sobrevendrá la traición, un camino que muchos han recorrido en Morena.


Por el bien de todos esperemos que Andrés esté en lo correcto y que la reforma judicial no aleje a la inversión privada.


Después de tantos años los opositores al actual régimen no han entendido, tratan a AMLO como si fuera el viejo PRI y no lo es. Él se siente nacido de la voluntad popular y usa el poder sin escrúpulos.



Es probable que las tensiones entre el presidente saliente y la futura presidenta comiencen a presentarse, porque la realidad es terca y como decía un expresidente español, Felipe González, con lo de comer no se juega.


Andrés Manuel podría tener todo el poder del país es sus manos durante septiembre y mandará a sus diputados que hagan los cambios que les ordenó, después difícilmente habrá vuelta atrás.


A Sheinbaum, por ahora, le conviene plegarse al líder de su movimiento, no tiene la fuerza para enfrentarlo, tampoco los recursos.


Por primera vez en su sexenio, vemos a un Andrés que no ha logrado tejer una narrativa que le de el giro en favor de su gobierno, de él, al hecho de que "El Mayo" esté preso en Estados Unidos.


Salvo el triunfo y futura presidencia de Claudia Sheinbaum casi todo el resto de las situaciones que pudieran impactar positiva o negativamente en el futuro del país no existe algo cierto o por lo menos claro.


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