Un grito de más

Rogelio Ríos

MIRADA AL MUNDO
No habrá sanciones para ellas porque únicamente llevan a la práctica lo que el Presidente López Obrador hace abiertamente, y desde hace tiempo, en sus conferencias matutinas: impulsar a Morena.
17/09/2021

Uno entiende perfectamente bien que las emociones se desbordan entre los funcionarios que “dan el Grito”, como decimos en México, cada 15 de septiembre desde un humilde balcón de presidencia municipal pueblerina hasta el rimbombante Palacio Nacional, desde consulados en ciudades turcas hasta la elegante embajada en Washington; pero lo que no permitimos los ciudadanos es que ese desbordamiento lleve a los funcionarios a los terrenos de violación de las leyes vigentes al expresar sus preferencias políticas en el momento y el lugar inadecuados.

Por ejemplo, Isabel Arvide, Cónsul mexicana en Istambul, Turquía (periodista de profesión y sin experiencia diplomática alguna), gritó “¡Viva López Obrador!” Como parte de los nombres de los Padres de la Patria. No estaba ebria, hasta dónde se sabe, para haber dicho tamaña barbaridad (aunque no se descarta esa posibilidad). Fue captada en video de celulares de los presentes, así como los reclamos airados que le hicieron, y difundido ampliamente el incidente en las redes sociales.

El asunto consular no se queda en una anécdota de color más como las que no tiene acostumbrada la Cónsul Arvide. Con su gesto precipitado, incurrió en una falta grave a la Ley del Servicio Exterior Mexicano, la cual en uno de sus artículos establece lo siguiente:

Artículo 41:
Asimismo, en términos de la legislación aplicable, los Miembros del Servicio Exterior deberán abstenerse de incurrir en conductas de naturaleza partidista o electoral incompatibles con el desempeño de su función pública, y de realizar declaraciones que comprometan los intereses del país.

Es decir, no hay excusa para que Arvide, inexperta completamente en el oficio diplomático, no se haya apegado a lo que esa Ley le pide a los diplomáticos mexicanos: observar en su desempeño, entre otros, los principios de disciplina, objetividad, imparcialidad, integridad y eficiencia, ninguno de los cuales fue honrado por Arvide, quien seguramente se hará acreedora a una reprimenda fuerte y una sanción por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

A nivel nacional, las emociones se desbordaron entre otros funcionarios. Layda Sansores, triunfadora en las elecciones para Gobernador en Campeche, agregó de su cosecha “¡Viva la 4T!”. Clara Brugada, alcaldesa morenista de Iztapalapa, no se anduvo por las ramas: añadió a la 4T, al Presidente López Obrador y a Claudia Sheinbaum, para que no quedara duda de sus filiaciones partidistas.

Ya no digamos la noción de Ley, sino el concepto de la ética pública está ausente de muchos funcionarios y algunos diplomáticos improvisados, quienes no conciben límites ni distinciones entre sus militancias partidistas y el ejercicio de un cargo público. Los códigos de ética pública existen en el papel, pero son letra muerta.

Arvide, Sansores y Brugada perdieron el rumbo de la decencia personal y no dudaron en proyectar su extravío a la esfera pública. Tendrán que pagar por ello, pero me temo que no será así. Son funcionarias y militantes del partido gobernante, son oficialistas ahora y tranquilamente hacen lo que antes criticaban, cuando estaban en la oposición, de los funcionarios en turno.

El mimetismo extraordinario de los opositores que llegaron al poder en funcionarios que defienden, antes que a la ciudadanía, a su líder y a su partido, no es algo extraño en México. Ha existido desde siempre, lo que llama la atención es que en el Gobierno de la 4T no se haya roto esa cadena, como pregonaron sus ideólogos, sino que sigue tan vigente como siempre.

No habrá sanciones para ellas porque únicamente llevan a la práctica lo que el Presidente López Obrador hace abiertamente, y desde hace tiempo, en sus conferencias matutinas: impulsar a Morena, a sus candidatos en todo México, y particularmente a Claudia Sheinbaum, actual Jefa de Gobierno de la CDMX, a quien planea proponer como candidata presidencial en el 2024.

Si las escaleras se barren de arriba hacia abajo, como gusta decir el Presidente López Obrador, habría que empezar a corregir el uso propagandista del cargo público desde el Palacio Nacional, pero, caray, ¿quién le dice NO al Presidente? ¿Quién le pone, en Morena, el cascabel al gato?

Por lo que se ve, mejor vayámonos acostumbrando a escuchar alaridos destemplados que ensalzan a AMLO y a la 4T cada 15 de septiembre, por lo menos, y de ahora en adelante y hasta el 2024, prácticamente en cada evento público. La ética pública, la imparcialidad y objetividad señaladas en la Ley del Servico exterior Mexicano como principios rectores de sus funcionarios, no permea a todos: siempre habrá en este Gobierno quien dé un grito de más.

Rogelio.rios60@gmail.com



ROGELIO RÍOS estudió Relaciones Internacionales y es periodista de opinión sobre México y el mundo.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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