Fue algo instantáneo: apenas leí que Italia había devuelto a México casi 600 exvotos o retablos sacados de contrabando, recordé una visita a la Virgen de San Juan de los Lagos, en Jalisco, México, en donde me llené el alma con la enorme cantidad de ellos dedicados a la Virgen.
Los exvotos o retablos son mensajes de agradecimiento de los devotos por el favor o milagrito concedido tras de hacer una “manda” o petición sobre algo que aflige al creyente.
Puede ser que se le pida a la Virgencita el regreso del ser amado que voló del nido del hogar, la fuerza de voluntad para dejar de una vez la borrachera, que la jovencita de la casa encuentre un buen partido para casarse antes de que se quede a vestir santos, que el marido ya no sea infiel, que le cure de una enfermedad grave, etcétera.
Las peticiones son interminables, tal como lo son las cosas que afligen a los creyentes o, de vez en cuando, porque algo salió muy bien sin pensarlo: “gracias virgencita porque la otra vez pasé la noche con un señor y no quedé embarazada”, recuerdo haber leído en un retablito chiquito, puesto ahí como quien no quiere la cosa, en la iglesia de San Juan.
Así son los exvotos, mensajes salidos del alma, de la pena, de la alegría, llenos de errores de ortografía que la misericordia divina pasa por alto, pero que nos revelan la fe pura y sencilla de los mexicanos.
La noticia que robó mi atención fue la devolución de 594 retablos, varios de ellos que datan del siglo 18, que fueron sacados de México ilegalmente en los años 60 y 70s del siglo pasado.
En Italia, el Cuerpo de Carabineros de Tutela del Patrimonio Cultural recuperó ese tesoro mexicano perdido en una investigación que culminó en 2018. Los retablos fueron devueltos a México en marzo pasado y actualmente se exhiben en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (www. museodelasculturas.mx) en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
En Italia, como parte del combate al tráfico ilícito internacional de patrimonio cultural, se hizo una indagación en una exposición en Milán. A dos museos de esa ciudad les había donado los exvotos un conocido coleccionista privado, ya fallecido, de donde fueron incautados por las autoridades italianas en 2016.
En marzo pasado, en Roma, en una ceremonia en la Salla della Crociera del Ministerio para los Bienes y Actividades Culturales, se celebró la ceremonia de entrega de los retablos a la Secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, por parte de su homólogo italiano Alberto Bonisoli.
“Restituir casi 600 piezas que provienen de la cultura popular es un acto extraordinario, casi como los que narran los exvotos”, expresó atinadamente Frausto.
Además del Santuario de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, otros centros de devoción que resguardan grandes archivos de exvotos son la Basílica de Guadalupe (CDMX), el Santuario del Santo Niño de Atocha (Fresnillo, Zacatecas), y el Santuario de San Francisco de Asís (Real de Catorce, SLP).
“El señor Juan Velázquez”, dice un exvoto, “se pasó de copas y se quedó dormido en las vías del tren, da gracias a San Pancracio que su compadre lo rescató a tiempo antes que lo hiciera cachitos el ferrocarril.” Otro más, muy pintoresco, me encantó: “Luis Ramírez les tenía mucho miedo a las mujeres, pero su tío lo llevó a un prostíbulo y por fin supo lo que es ser hombre, agradece a San Judas Tadeo de que a pesar de que le encantó no se ha depravado”.
Si quiere conocer el alma mexicana, la popular, la profunda devoción de la gente hacia la Virgen y la sed de milagros y alivio que tienen los mexicanos, vaya a conocer sus exvotos, haga su manda y espere el milagrito. Si le es concedido, lleve su retablito en señal de agradecimiento. Pero no lo olvide: a Dios rogando y con el mazo dando.
Orar y trabajar.