Desde el 1 de marzo inician formalmente las campañas electorales para puestos de elección popular a nivel federal, entre los cuales destaca naturalmente la anhelada, para muchos políticos, presidencia de la República. Buena suerte a los candidatos participantes.
Todos los participantes van a necesitar, sin embargo, algo más que la buena fortuna: Un simple ejercicio de extrapolación de la violencia contra candidatos, acusaciones de financiamientos ilícitos, desdén por la ley electoral de gobernantes y partidos políticos y elevado abstencionismo ocurridos en la elección intermedia de 2021 nos permite prever que dichas tendencias continuarán y se incrementarán en la elección general de junio próximo.
Me he preguntado antes en este mismo espacio de opinión si no vivimos acaso un “replay” de 1994, el año más violento y desconcertante (exceptuando el de 1968) del México posterior a la Segunda Guerra Mundial.
No tengo la respuesta, lo confieso, pero hay nubes y sombras en el horizonte (“Sombras nada más”, como cantaba Javier Solís) que presagian un año electoral igual de violento: Les comento algunas de ellas:
1. De entrada, el presidente López Obrador no suspenderá sus conferencias de prensa matutinas, lo cual le asegura la utilización continua de ese foro de propaganda gubernamental como un instrumento para la injerencia en las campañas electorales. Nadie ha podido detenerlo hasta el momento. Mucho menos lo hará el actual INE de Guadalupe Taddei. No hubo en el presidente un último escrúpulo ético que lo frenara, tal vez era mucho esperar de él.
2. En regiones de los estados de Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Chiapas habrá una elevada probabilidad de que no se instalen casillas electorales, los candidatos no puedan hacer campañas o los votantes no se sientan seguros para salir a votar, según un informe de la Comisión de Capacitación Electoral del Instituto Nacional Electoral.
3. Los candidatos de todos los partidos políticos enfrentarán un elevado riesgo de atentados criminales: hubo en 2021 más de 782 ataques contra políticos y al menos 35 aspirantes a cargos públicos fueron asesinados, según datos del Seminario Violencia y Paz de El Colegio de México: “este tipo de eventos son muy duros para nuestra democracia, pues indican que la lucha por el poder no sólo se resuelve en las urnas, sino que está resolviéndose cada vez más a balazos”, se afirma en el estudio “Urnas y Tumbas” recientemente presentado.
4. El dinero de procedencia ilícita, un viejo protagonista de la política mexicana, seguirá presente en la próxima elección. Desde el exterior se ha advertido en pasadas ocasiones en informes anuales de la DEA y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos que ha circulado dinero del crimen organizado, en cantidades de miles de millones de dólares, en las campañas electorales en México, vicio que afecta directa o indirectamente a candidatos de todos los partidos políticos.
5. Por último, pero no menos importante, la erosión constante de las instituciones políticas, tribunales, y de los organismos autónomos por parte del gobierno de López Obrador nos ha colocado en el 2024 en el punto en el que “los contrapesos tienen cada vez menos peso”, como me dijera el buen amigo Dr. Jorge Calles Santillana (profesor e investigador de la BUAP). Entonces, ¿Cómo vigilar y llevar a buen término una elección tan importante como la que viene cuando la división de poderes está hecha añicos por las acciones del actual gobierno?
Por más tentador que parezca a muchos ciudadanos, ignorar o desdeñar las campañas electorales no es la respuesta adecuada. Ni modo, a hacer de tripas corazón, como dice el refrán, y a prestar atención a lo que dice y hace cada candidato aspirante a la presidencia, al Congreso y al Senado en los distritos electorales que nos corresponden.
De entre el ruido, las fanfarrias y los fuegos artificiales podremos distinguir, como veteranos de muchas elecciones que somos los de mi generación (60+), lo esencial e importante de los mensajes y, por otro lado, las personalidades, virtudes y defectos de quienes pretenden gobernarnos.
Ésta es la época del año, amigos electores, en la que nos van a cortejar. Vamos a vender caro nuestro cariño con nuestros votos, no sean chicos y chicas fáciles, ¿les parece bien?