Diplomáticos del Bienestar

Rogelio Ríos

MIRADA AL MUNDO
* El nombramiento de Género Lozano como embajador mexicano en Italia exhibe el desinterés y la estrechez del pensamiento de Claudia Sheinbaum en lo que respecta a la política exterior mexicana.
22/08/2025

La propuesta del presidente Claudia Sheinbaum de enviar al activista y académico Genaro Lozano como titular de la Embajada de México a Italia es un paso más hacia convertir el Servicio Exterior Mexicano (SEM) en los Diplomáticos del Bienestar.

Cada vez pesan más los nombramientos de carácter político de Sheinbaum, costumbre intensificada por el anterior presidente López Obrador, que la promoción del personal del servicio civil de carrera del Servicio Exterior.

Después de la eliminación del servicio de carrera judicial en el Poder Judicial en favor de los Jueces, Magistrados y Ministros del Bienestar, lo que sigue es el deterioro sistemático del SEM hasta su eliminación en favor de la designación directa de los diplomáticos según sus “méritos” morenistas: mientras más color guinda sea el aspirante, mejor embajada le tocará.

En tanto llega el día fatal de la desaparición del SEM, ¿por qué no ir ensayando desde ahora enviando a personas inexpertas en el oficio diplomático, pero con una lealtad y servilismo a prueba de todo por Morena en las embajadas de alto perfil como lo son las europeas?

La designación de Lozano como embajador mexicano en Italia dice más de Sheinbaum que del propio activista: la cortedad de miras en el nombramiento exhibe el desinterés y la estrechez del pensamiento presidencial en lo que respecta a la política exterior mexicana.

No discuto la legitimidad del nombramiento, puesto que lo hizo Sheinbaum en conformidad con las atribuciones legales que le permiten designar a personas que no pertenecen al Servicio Exterior en determinadas misiones diplomáticas o embajadas que, por circunstancias especiales o excepcionales, ameritan dichos nombramientos.

Lo que critico en el caso de Lozano es que por ningún lado veo las circunstancias especiales o excepcionales, ni las dotes extraordinarias que resaltan para que él, y sólo él, pueda representar los intereses del Estado mexicano en Italia en un momento en que Europa entera tiene el alma en un hilo por la agresión de Rusia a Ucrania.

A menos que Genaro posea un superpoder, una facultad excelsa de pensamiento estratégico y la habilidad personal en asuntos exteriores de un Lord Palmerston para esta Misión Imposible en Italia, no es comprensible su postulación al cargo por razones políticas.

¿A cuántos diplomáticos de carrera con amplia experiencia y trayectoria en el Servicio Exterior dejó Genaro en el camino ante los ojos de Sheinbaum?

Como activista, analista, columnista en Reforma y comentarista frecuente de asuntos políticos y sociales en los medios de comunicación mexicanos, Lozano ha demostrado su inteligencia, agudeza mental y elocuencia en la argumentación al defender sus posturas políticas. Es un buen polemista.

Por otra parte, tiene el gusto por exhibir su vida privada y preferencias sexuales en las redes sociales sin inhibiciones, lo cual habla de firmeza de carácter de su parte.

Lo que no abona su vida privada expuesta en las redes sociales a la nueva encomienda diplomática de Lozano es que choca directamente con la necesidad de la discreción, bajo perfil y reputación impoluta que son atributos de los diplomáticos de oficio.

Buena parte de la polémica pública sobre su nombramiento se ha enfocado a sus preferencias sexuales y exhibicionismo, pero yo no me detengo ahí.

Lo que me parece más grave en su caso es la contradicción monumental en que Genaro incurre al trocar su activismo y pensamiento independiente por lo que los mexicanos conocemos como “un hueso en el gobierno”, para no andar con eufemismos.

Se acabó el activista, el catedrático librepensador en el salón de clases, el polemista de izquierda que siempre defendió fieramente a la tropa morenista por afinidad a su causa.

Bastó el encanto de ir a Roma como embajador mexicano para que, sin atender a un último escrúpulo de conciencia, Genaro cayera redondito en la seducción del poder morenista.

Qué lástima por esa situación porque nadie gana nada: no gana México al tener a un embajador inexperto en una embajada europea de alto nivel y mucho menos gana Genaro, quien seguramente encontrará su Principio de Peter (alcanzará su nivel de incompetencia) una vez instalado en su despacho en Roma, dando por descontado que el gobierno italiano dé su beneplácito al nuevo embajador mexicano.

¿Hacia dónde va el Servicio Exterior Mexicano? ¿Tiene ya sus días contados como servicio civil de carrera?

Ahí vienen los sustitutos de los embajadores y cónsules de carrera: los Diplomáticos del Bienestar.

Sólo queda darle un buen consejo al flamante Embajador del Bienestar: no beba demasiada champaña en las reuniones sociales protocolarias en la Embajada porque “el vino puede sacar cosas que el hombre se calla, va buscando pecho adentro por los silencios del alma, y los va haciendo voces y les va poniendo palabras”, cantaba Alberto Cortéz.

Rogelio.rios60@gmail.com 



ROGELIO RÍOS estudió Relaciones Internacionales y es periodista de opinión sobre México y el mundo.

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

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