¿Assange en México?

Rogelio Ríos

MIRADA AL MUNDO
Darle asilo o refugio es meterse de lleno en un conflicto entre Assange y Estados Unidos que puede dar lugar a roces diplomáticos severos entre México y su vecino del norte por un tema menor e inesperado.
08/01/2021

Una buena manera de saber cómo afectaría a México tener como asilado político a Julián Assange, en caso de que el fundador de Wikileaks aceptara la invitación pública que de manera sorpresiva le hizo el Presidente López Obrador el 4 de enero, es buscar referencia de cómo fue la relación de Assange con los ecuatorianos durante los 6 años, 9 meses y 24 días que estuvo refugiado en la embajada de Ecuador en Gran Bretaña.
 
Esa relación no acabó nada bien y su ruptura llegó cuando Ecuador decidió no otorgar más el asilo y entregó a Assange a las autoridades británicas.
 
Todo empezó el 19 de junio del 2012, cuando el australiano Assange acudió al recinto de la Embajada de Ecuador en Londres solicitando asilo político. Rafael Correa, entonces Presidente, se lo otorgó motivado por un afán de ganar notoriedad para su cruzada anti Estados Unidos al tener a Assange bajo la protección de su gobierno.
 
El asunto fue incómodo desde el principio para el personal de la embajada, pues el recinto es en realidad pequeño para el propio staff, no se diga para albergar a un huésped que atrae todos los reflectores internacionales.
 
Pero nada de eso alteró la voluntad de Correa de presumir mundialmente su protección al fundador de Wikileaks. La situación cambiaría, sin embargo, a partir de 2017 con el relevo del gobierno nacional y la llegada de Lenin Moreno a la Presidencia ecuatoriana.
 
Moreno decidió dar un giro de 180 grados a la política de Correa (de quien Moreno había sido su vicepresidente), y en ese contexto la figura de Assange se convirtió en una carga insostenible para Ecuador.
 
Desde la sede diplomática del país que lo asiló, Assange opinaba a diestra y siniestra sobre la situación política en muchos países, entre ellos Estados Unidos, al grado de que el personal de la embajada le prohibió el acceso a los medios de comunicación a partir de marzo del 2018.
 
Además, para cerrar el círculo en torno al huésped incómodo, se pidió incluso que Assange pagara sus gastos de manutención como alojamiento, atención médica y lavandería, y se le advirtió que de no hacerlo, se le retiraría el asilo.
 
La ruptura final no tardó mucho en llegar. En abril de 2019, Ecuador le retiró el asilo político y la policía británica detuvo a Assange bajo el cargo de violación a los términos de su libertad condicional. El Presidente Moreno explicó su decisión de la siguiente manera:
 
“La conducta irrespetuosa y agresiva del Señor Julián Assange, las declaraciones descorteses y amenazantes de su organización aliada, en contra de Ecuador, y, sobre todo, la transgresión a los convenios internacionales, han llevado la situación a un punto en que el asilo del señor Assange es insostenible e inviable”.
 
Agregó Moreno lo siguiente:
 
“Instaló equipos electrónicos y de distorsión no permitidos. Bloqueó las cámaras de seguridad de la misión de Ecuador en Londres. Ha agredido y maltratado a guardias de la sede diplomática. Ha accedido sin permiso a archivos de seguridad de nuestra Embajada”.
 
El tema de los costos financieros para Ecuador por la estadía de Assange en su embajada en Londres, no es menor. Van algunos ejemplos:
 
Se destinó un fondo de contingencia de 300 mil dólares en 2012 para enfrentar los gastos extraordinarios de la embajada por la presencia del nuevo huésped.
 
En 2013, se sumaron 20,400 dólares más a la cuenta como viáticos a autoridades ecuatorianas para visitar a Assange al conmemorarse el primer año de su asilo.
 
En 2015 y 2016, se destinaron 17,600 dólares para misiones, viajes para atender temas jurídicos y políticos relacionados con el caso.
 
En 2013, Ecuador pagó una asesoría legal de 1,230 dólares para que Assange fuera candidato al Senado australiano y saber si la acusación del gobierno sueco que entonces pendía sobre él le impediría contender en elecciones, cosa que finalmente no sucedió.

No se agota aquí lo relacionado con Assange, quien tiene la capacidad de convertirse en un huésped conflictivo para cualquier país que lo reciba. Darle asilo o refugio es, además, más allá del glamour, meterse de lleno en un conflicto entre Assange y Estados Unidos que puede dar lugar a roces diplomáticos severos entre México y su vecino del norte por un tema menor e inesperado.
 
Nada más pregunto: ¿Calibró adecuadamente el Presidente mexicano López Obrador los riesgos que implica asilar a Assange en México? ¿Está enterado el Gobierno de México de la relación conflictiva entre Assange y los ecuatorianos? En Quito han de estar pensando que “los mexicanos no saben en lo que se van a meter”.
 
Yo me planteo lo mismo.

Rogelio.rios60@gmail.com



ROGELIO RÍOS estudió Relaciones Internacionales y es periodista de opinión sobre México y el mundo.  Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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