El grito clásico en el Hipódromo cuando empieza una carrera de caballos, “¡Arrancan!”, me sirve de entrada a esta columna que, me perdonarán por esta vez, tiene un toque más emotivo que analítico.
La escribo al momento de presenciar por televisión la ceremonia de juramento de Joseph Biden como el 46 Presidente de Estados Unidos, la cual vi con ojos de ciudadano del mundo.
No me decepcionó en absoluto. Era muy importante para la vida pública de Estados Unidos que la transición de poder se realizara en tiempo y forma, que se cubriera debidamente el ritual político, el juramento y la celebración de la democracia americana, en vista de los ataques sostenidos contra ella durante la Administración Trump.
Todo ello se cumplió con creces. Lady Gaga, Jennifer López y Garth Brooks pusieron el toque emotivo con sus interpretaciones, sus voces y presencias maravillosas. Sensacional estuvo también Amanda Gorman, la joven poetisa americana de 22 años, recitando y reivindicando el lenguaje poético como la forma suprema de expresión en los momentos formales de una República.
La ausencia de Donald Trump y su esposa Melania no se notó. En su lugar, Mike Pence y su esposa se desempeñaron con discreción y elegancia en su papel de testigos y representantes de la anterior Administración.
Willis y Hillary Clinton, George y Laura Bush pusieron el toque nostálgico de los expresidentes como testigos de algo que, equivocadamente, habíamos dado por sentado y casi automático: el cambio de Presidente en Estados Unidos.
Si algo hizo Trump en favor de su país fue poner en riesgo la democracia a tal grado que contribuyó a detonar la reacción que salvara a la República. No sólo fueron los sucesos del 6 de enero, sino en general una Administración Trump errática, sin fundamento racional en sus decisiones y sujeta a la frivolidad de una persona, la que puso a América frente al abismo.
Eso se acabó, como atestiguamos en esta emotiva ceremonia de juramento de Joseph Biden, en donde me parece haber advertido una fugaz lágrima de emoción en su rostro inmediatamente después de concluido su juramento, ¿usted la notó también?
No sé que destino tendrá esta nueva Administración, pero sinceramente deseo que tenga buena fortuna en bien de todo Estados Unidos. El equipo Biden-Harris combina experiencia y energía de ejecución, liderazgo y capacidad operativa.
Joseph y Kamala deben trabajar en adelante mano a mano, realmente no hay tiempo para celebraciones en vista de la magnitud de los desafíos que tienen por delante.
Las oraciones, el Amazing Grace, el poema de Amanda y la predicación del pastor del templo de Biden en Delaware, todo ello nos habla de un anhelo común a todos los norteamericanos: empezar a salir de esta pesadilla de pandemia, violencia y odio en que se empantanó esta sociedad.
Ojalá que no caiga esa plegaria en terreno yermo. Al contrario, espero que sea recogida por las mentes y corazones de los norteamericanos que a partir de ahora han decidido colocar a su país por delante de sus intereses particulares.
¡Arrancan!
God bless America.