Un fantasma recorre el Palacio Nacional: el fantasma del obradorismo. La vieja frase de Carlos Marx, con la cual abrió “El Manifiesto Comunista (escrito junto con Federico Engels) se puede parafrasear en México, pero como farsa y tragedia.
¿En qué momento se infectó Andrés Manuel López Obrador del delirio de grandeza? ¿Fue durante sus años priistas (de 1976 a 1988) de oscuro militante y funcionario? ¿Deriva de la alguna circunstancia de su vida familiar en Tabasco o durante sus años de estudiante en la UNAM?
La obsesión con el legado, entendido como la disposición testamentaria de bienes y derechos concretos (en este caso, “bienes y derechos polÃticosâ€) a un legatario (Claudia Scheinbaum, “el puebloâ€, etcétera), le ha nublado el entendimiento de manera tal que, en realidad, no quiere entregar nada de poder a “la legataria†que lo sucederá en la presidencia de la República.
Es decir, el legado es para él mismo, no para el legatario, mientras viva. O eso parece dar a entender con sus actitudes públicas a partir del 3 de junio, después de la jornada electoral del dÃa anterior.
Habiendo ganado la presidencia de la república con un margen de dos votos a uno de la candidata morenista frente a la opositora, y mayorÃas en el Congreso y el Senado, ¿cómo es posible que la transición de poder dentro de un mismo partido (Morena) no sea tersa y estable, sino al contrario, tensa y desestabilizadora para el paÃs?
No entiendo, de veras, cómo pueden los ganadores avasallantes de una elección enredarse de tal manera con el proceso de transición hacia el nuevo gobierno nacional que arrancará el dÃa 1 de octubre. Es un caso para Ripley.
El problema reside fundamentalmente en Andrés Manuel. No en sus fuentes ideológicas, las cuales no son difÃciles de trazar (Enrique González Pedrero, Porfirio Muñoz Ledo, entre otras), más bien habrÃa que buscar en sus experiencias de vida, en sus momentos de estrechez y penurias, en la calidad de vida personal y familiar que ha tenido para rastrear su obsesión por dejar “el legadoâ€.
¿Qué tipo de esposo ha sido Amlo? ¿Cómo vivió su experiencia de ser padre: ausente o presente? ¿Cuál fue la relación con sus hermanos, parientes y amigos a lo largo de su vida? ¿Qué impresión dejó Andrés Manuel en quienes lo han conocido y tratado: fue un buen o mal tipo? ¿Fue leal o desleal con los amigos? ¿Fue una persona sincera o mentirosa y manipuladora?
Los testimonios públicos abundan en el relato de sus caras oscuras y son escasos en cuanto a sus virtudes. Personas que creyeron antes en él como lÃder social y polÃtico, lo repudian hoy con duras crÃticas. Su carisma personal indudable no le sirvió para sembrar la semilla de una buena imagen en muchas personas.
¿Será por eso que Andrés Manuel ha creado para sà mismo un culto a la personalidad que linda con la adoración religiosa? ¿Intenta con ello esconder bajo los reflectores sus errores, deslealtades y contradicciones?
¿Quién es Andrés Manuel López Obrador? Me refiero al hombre de carne y hueso, no a la imagen de cartón que proyecta. Al hombre real, no a su máscara.
La respuesta a esa interrogante será su verdadero legado, no “el segundo piso†del proyecto polÃtico mal llamado la “Cuarta Transformación†que su legataria, Claudia o quién en verdad lo sea, recibe en sus manos como una brasa ardiendo que amenaza consumirla en el fuego obradorista.
Para mà es una pregunta con respuesta abierta. Yo no me quedo con la máscara, yo quiero ver el rostro verdadero de Andrés Manuel antes de que finalice la destrucción institucional de México.
Mientras tanto, un fantasma recorre México: el fantasma del obradorismo.