Ahora que se debate la militarizaci贸n de la sociedad, habr铆a que analizar si realmente la soluci贸n policial, la que se trata de enfrentar con la fuerza a quienes delinquen, principalmente en el negocio de las drogas y las actividades il铆citas a que se dedican adem谩s los grupos de la delincuencia organizada, o si existe otro tipo de soluci贸n que sea menos onerosa en t茅rminos de vidas humanas.
Si bien el gobierno actual a simplificado su actuaci贸n a una frase sonora, 鈥渁brazos, no balazos鈥, en realidad est谩, vagamente hemos de decirlo, apostando a que el tejido social resista ante la embestida de las fuerzas del crimen organizado, de ah铆 los programas de becas y apoyos a ni帽os y j贸venes, con los cuales desean mantener a estos fuera de las tentaciones que presenta el mundo criminal.
No es una receta nueva, ya desde los tiempos de Felipe Calder贸n en la presidencia se hablaba de 鈥渞econstruir el tejido social鈥 y se apostaba por labores preventivas enfocadas, principalmente, a los m谩s pobres. Ello sin tomar en cuenta de que al hacer esto se criminaliza la pobreza, es decir, se da por descontado que ser pobre es estar en posibilidades de 鈥渃aer en la tentaci贸n de delinquir鈥. Esto no est谩 demostrado de ninguna forma y, adem谩s, existen un sinn煤mero de contraejemplos que nos dicen que en las altas esferas tambi茅n se da el apoyo a las actividades delictivas, por ejemplo con el lavado de dinero.
Una digresi贸n pertinente: 驴si ser pobre es una precosndici贸n para delinquir, por qu茅 no hay millones de delincuentes en el pa铆s, tantos como el n煤mero de pobres o, por lo menos, el mismo n煤mero de aquellos que viven en pobreza extrema?
Pero volvamos al tema y digamos que la militarizaci贸n de la sociedad es tema hoy, porque ante la ausencia de polic铆as locales que puedan hacer frente al crimen organizado, se ha echado mano de las Fuerzas Armadas para suplir esa falla. De hecho, nos guste o no, si en este momento el Ej茅rcito y la Marina se retiraran a los cuarteles, dif铆cilmente las polic铆as locales podr铆an resistir el embate del crimen organizado. Creo que eso es indiscutible.
Pero dada la magnitud de lo que est谩 sucediendo en el pa铆s, no podemos pensar, ni en lo personal quiero hacerlo, que esto debe ser tomado como la nueva normalidad, como algo que debemos dar por sentado y aprender a vivir con ello.
Considero que deber铆a buscarse una estrategia que en conjunto ataque los distintos elementos que hoy componen las fuerzas del crimen organizado y lo reduzcan a la m铆nima expresi贸n posible, ya que, por otra parte, no creo que exista una sola sociedad en la cual todo tipo de conducta antisocial o criminal sea erradicada totalmente.
S铆, combatir a los criminales en las calles, pero tambi茅n en la cultura, en las finanzas, en su base social. En fin, como se dice hoy, con un trabajo 鈥渢ransversal鈥.
De otro modo, esperemos que nuestros nietos o bisnietos alcancen a ver una sociedad menos violenta que en la que hoy nos toca vivir.