Una parte de la narrativa que la 4T ha impuesto, aún entre quienes son contrarios a ella, consiste en señalar que la oposición no ha encontrado la forma de convertirse en una opción para capitalizar política y electoralmente a la cantidad de ciudadanos que no votaron por, o no coinciden con, el partido del gobierno.
Analistas de todos los niveles coinciden en que la oposición está pasmada, y aunque no necesariamente lo digan así, “moralmente derrotada”, cualquier cosa que ello signifique.
Parece que estos analistas consideran que la simple narrativa puede constituirse en el elemento mediante el cual la oposición puede hacer frente al ahora partido hegemónico.
Aunque aciertan al señalar que no se ve por ahora cómo los partidos de la oposición pueden hacer frente al partido gobernante, y del gobierno, omiten señalar que del otro lado, desde el poder, tampoco se ve un proyecto que pueda ser considerado como la narrativa esa que ha aglutinado a los seguidores de la autodenominada 4T, salvo una serie de consignas que repetidas una y otra vez, se han convertido en armas arrojadizas contra la oposición.
Pero, lo más importante, omiten señalar que desde el poder se ha hecho uso de todos los instrumentos a la mano, legales o no, para arrinconar a la oposición, por lo cual en realidad a esta no solo le hace falta una narrativa, sino también poder para oponer al poder de enfrente.
Por ejemplo, en la elección presidencial la oposición en su conjunto recibió aproximadamente el 40% de los votos, lo cual, dado el tipo de elección, no se traduce en algún espacio de poder.
Sin embargo, en la elección legislativa, con alrededor del 45% de los votos emitidos, la oposición, debido a una determinada interpretación de la legislación vigente, y a una operación de Estado, obtuvo menos del 30% de los asientos de ambas Cámaras.
En otras palabras, no fue que no recibieran votos suficientes, sino que desde el poder se efectuó una determinada operación para obtener una mayoría constitucional que les permite realizar cambios en la Constitución, sin tener necesidad de negociar con las minorías.
Así es que no se trata solo de narrativas o líderes, sino de poder, simple y llanamente, quienes hoy detentan la mayoría se niegan a regirse por las normas vigentes y están cambiando todo para continuar en el poder durante mucho tiempo, lo cual seguramente sucederá.
Es en este contexto en que se debe evaluar si realmente existen posibilidades de crear oposición, no en narrativas, aunque estas sean necesarias, la pregunta es ¿cómo crear una corriente opositora en un entorno en que la ley se aplica o se cumple a contentillo del poder en turno?
Por supuesto que lo anterior no quiere decir que quienes forman parte de la oposición no hayan cometido errores y los sigan cometiendo, en realidad, los partidos que componen la oposición están tratando de sobrevivir y conservar algún coto de poder que les permita continuar medrando del sistema que les da recursos económicos, sin ponerse a pensar que eso también puede desaparecer en cualquier momento.
Así es que, crear oposición no solo pasa por narrativas, es una lucha de poder y hoy esta no lo tiene salvo en espacios muy acotados, pero además, las mayorías están dispuestos a pasar por encima de lo que sea para constituirse no en hegemonía, que ya son, sino en partido único, como en otros países. No se trata de derrotas morales, al menos no solo de eso.
