Una frase de la canción de Joan Manuel Serrat, Balada de Otoño, dice que “soy muy pobre hoy, que por una sonrisa doy todo lo que soy, porque estoy solo, tengo miedo”.
Aunque el poema de Serrat hace referencia a otra cosa, creo que es aplicable a lo que los nuevoleoneses sentimos hoy, que estamos solos, que no tenemos, ni tendremos apoyos de la federación, que somos pobres, pese a que vivimos en un estado rico.
Mientras nuestro estado se ahogaba bajo las aguas de Hanna, Andrés Manuel no aceptaba preguntas al respecto, solo relacionadas con el avión. En otras palabras, pedimos ayuda y nos dieron “el avión”.
La respuesta tácita fue: rásquense con sus propias uñas.
El problema es que vivimos y formamos parte de un régimen federalista, un régimen en que cada estado de la unión aporta sus recursos para ser distribuidos en el país bajo un principio que pudiéramos señalar como la subsidiaridad. Unos apoyan a otros que lo requieren.
Pero hoy parece que más que ese principio, lo que priva es una especie de camisa de fuerza según la cual, si tu presupuesto no es suficiente, no recibirás más, pese a que pudieran existir situaciones extraordinarias como el Covid-19 o Hanna.
Si con lo que tienes no te alcanza, no es problema de la federación, ésta tiene ya suficientes problemas con los suyos, como por ejemplo que se gastó el fondo para situaciones catastróficas sin que existiera una catástrofe y cuando esta se presentó, ya el fondo no existía, más bien, estaba en ceros.
No es raro, por ello, que a muchos nuevoleoneses les entre la rabia y hablen como xenófobos, muy al estilo AMLO, de que subsidiamos a otros estados, pero el nuestro no recibe lo que requiere.
A decir verdad, aunque no comparto esa xenofobia, puedo entender de qué va, por qué se presenta, porque se ve un trato que parece injusto y porque la empatía simplemente no aparece por ningún lado, mucho menos por parte del presidente.
Sí, sé que muchos de quienes apoyan a López Obrador dirán que hay ardor en la postura de muchos nuevoleoneses, puede ser que tengan razón, como también hay ardor en las posturas de ellos frente al pasado.
Pareciera que todo fue malo, que no tuvimos algún tipo de avance durante los últimos años, sucede que, ante la lluvia, depende de que lado del cristal estés serán tus sentimientos.
Llueve, sí, pero si tienes un paraguas estás mejor que quien no tiene con qué cubrirse, pierdes algo, sí, pero estás mejor cuando hay una red de apoyo que cuando no existe, porque no hay forma de restar recursos a lo que el presidente considera prioritario.
Así es la nueva normalidad y lo que suceda será consecuencia de ella.