“Merodea el fantasma del miedo. Permanentemente nos vemos abocados a escenarios apocalípticos como la pandemia, la guerra mundial o las catástrofes climáticas: desastres que continuamente nos hacen pensar en el fin del mundo o en el final de la civilización humana”, con esta frase inicia el Preludio de su libro “El espíritu de la esperanza” el filósofo Byung-Chul Han.
En su texto, Han señala que de alguna forma debemos recuperar la vida, una vida que vaya más allá de la supervivencia y en esa frase resalta la palabra “recuperar” como si alguna vez, en algún idílico paraíso, hoy perdido, hubiese existido esa vida con un mayor significado, así, para todos y no solo para algunos cuantos privilegiados.
Sí, efectivamente, en algunos momentos de diferentes épocas hubo, y hoy hay, quienes pudieron vivir una vida más allá de la supervivencia, se dedicaron a filosofar, a pensar acerca del sentido de la vida, a escribir y a vivir una vida buena, pero no creo que haya habido en la historia del mundo una sociedad en la cual todos sus habitantes tuvieran acceso a esa vida más allá de la supervivencia.
De ahí que hablar de “recuperar” me parece hacerlo desde el privilegio, como aquél que llama a hacer la revolución en redes sociales y lo hace desde la mesa del café de moda y a través de un teléfono inteligente al cual quienes se supone harán la revolución no tienen acceso ni por asomo, es más, no tienen siquiera acceso a las redes sociales.
Han dice que “La jadeante sociedad de la supervivencia se parece a un enfermo que trata por todos los medios de escapar de una muerte que se avecina. En una situación así, solo la esperanza nos permitiría recuperar una vida en la que vivir sea más que sobrevivir. Ella despliega todo un horizonte de sentido, capaz de reanimar y alentar a la vida. Ella nos regala el futuro”.
Pero también nos dice el filósofo que esa esperanza es una especie de arma que acaban utilizando los populismos de derechas, como si los de izquierdas no hicieran uso de ella, como si no nos vendieran la esperanza de forma que pareciera que ellos la tienen escriturada.
Parece no darse cuenta de que al hablar de “recuperar” esa vida nos trae de inmediato al “Make America Great Again”, a un idílico tiempo en que las cosas eran de otra manera, distintas y mejores a las actuales y sí, Trump ejemplifica los populismos de derechas, pero ¿acaso el hablar de volver a la era previa al neoliberalismo también lo hace?
La verdad es que sí, es necesaria la esperanza, pero no para recuperar un idílico paraíso del cual hubiésemos sido expulsados alguna vez, sino para construir una nueva sociedad en la cual no necesariamente se elimine la desigualdad, utopía que ha costado miles de vidas y miles de historias de vidas tiradas a la basura, pero al menos se alcance un nivel de vida en el cual la tendencia de igualdad sea en la riqueza y no en la pobreza.
Porque sin esa posibilidad, la vida sería más parecida a lo que canta Sabina en una de sus canciones en la cual nos dice que “y la vida siguió… como siguen las cosas que no tienen mucho sentido”.
El caso es que sí, coincido en la necesidad de la esperanza, pero no en que esta sea un camino hacia la recuperación de un pasado ilusorio, sino la base para la construcción de un futuro por lo menos distinto… y, a ser posible, mejor. No vaya a ser que venga con sus compañeras de la caja de Pandora.
P.D. Una disculpa por jugar con los títulos de dos obras maestras de la literatura.