En diferentes ocasiones he comentado que Manuel Camacho Solís, en su libro “El futuro inmediato”, señaló que el sistema político mexicano había llegado a una encrucijada en la cual debería tomar la decisión de ser más inclusivo con las clases sociales que hasta ese momento habían sido marginadas o, en caso de no serlo, decidirse a ser un Estado represivo, hablamos de finales de los años 70.
Hace algunos días leí dos columnas de Jorge Zepeda Patterson, escritas para Milenio, de las cuales obtengo la certeza de que AMLO jugó el papel que en su momento yo pensé que jugaría el PRD, es decir, la válvula de escape del propio sistema. No estoy diciendo que Zepeda Patterson llegue a esa conclusión, soy yo, quien al leer sus columnas creo entender que la forma en que López Obrador llega al poder de alguna manera constituye la respuesta a la disyuntiva que planteaba Camacho Solís en aquella época y que yo pensaba se resolvería en la elección de 1994 vía una coalición de partidos encabezada por el PRD. https://www.milenio.com/opinion/jorge-zepeda-patterson/pensandolo-bien/…
https://www.milenio.com/opinion/jorge-zepeda-patterson/pensandolo-bien/…
Zepeda Patterson señala en el primero de esos artículos, al hablar de las clases menos favorecidas del país, lo siguiente: “hay quienes estamos convencidos de que se trataba de una agenda impostergable para evitar el posible abismo al que nos precipitábamos. Las élites no parecen darse cuenta de que el modelo se encontraba en una crisis y el sistema político había llegado al final del camino. Con 56 por ciento de la población trabajadora en la economía informal y casi la mitad de los mexicanos en la pobreza o la extrema pobreza, la legitimidad del sistema hacía agua. La exigencia del cambio iba a surgir por una vía u otra, y por fortuna encontró una salida en las urnas”.
En la lectura de Patterson el triunfo de Obrador representó para el modelo político y económico de México, el freno a un posible estallido social, para decirlo en palabras del ya expresidente, gracias a ese triunfo y a su actuación al frente del gobierno del país “no se soltó el tigre”.
Continúa Zepeda Patterson diciendo “desde la perspectiva de riesgos de inestabilidad, necesitábamos ese giro pendular incluso para conveniencia de la parte más próspera. Con su verbo incendiario López Obrador crispó el ambiente mediático y la conversación pública, pero con sus medidas distributivas y sus habilidades políticas en realidad cohesionó la vida institucional”.
“Está claro que ni los modos ni el estilo iban a ser del gusto de los beneficiarios de la ruta anterior. López Obrador gobernó en favor de las mayorías y en esencia les cumplió. En el proceso tampoco es que haya destruido el sistema ni mucho menos, por más incordios y molestias que esto haya ocasionado”.
En alguna medida hablamos de gatopardismo, o al menos así lo interpreto, sobre todo cuando recordamos cómo López Obrador se ha jactado de que quienes detentan las mayores fortunas del país no perdieron durante su gobierno, también ha señalado que los bancos obtuvieron enormes ganancias y así por el estilo.
En el segundo artículo el autor recoge aquella cita de Oscar Wilde que previene acerca de lo que se desea, no vaya a ser que se cumpla, esto en relación con la culminación del sexenio de AMLO, que muchos ven como una bendición, pero acerca del cual Patterson advierte que pudiera quitar el dique o la jaula y se suelte el tigre: “habría que entender que el liderazgo de López Obrador surgió a partir de una serie de graves tensiones en la sociedad mexicana; su salida podría visibilizarlas.
Parece que el sexenio de AMLO fue como el cambio del cual habla el personaje de la novela de Lampedusa: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". O al menos así me lo parece una vez que se lee en retrospectiva a Manuel Camacho Solís y a la luz de los artículos de Zepeda Patterson.
Pero como dice Ciro Gómez Leyva “lo veremos, lo veremos”.