M茅xico atraviesa una coyuntura que no es s贸lo econ贸mica, sino tambi茅n ideol贸gica y geopol铆tica. El resurgimiento de tendencias proteccionistas en Estados Unidos, particularmente con la posible reconfiguraci贸n del T-MEC bajo un eventual gobierno de Donald Trump, coloca al pa铆s ante una disyuntiva estrat茅gica: mantener su alineaci贸n hist贸rica con el modelo estadounidense o diversificar sus alianzas hacia econom铆as emergentes lideradas por China. Esta tensi贸n no es nueva, pero hoy se encuentra amplificada por un contexto mundial marcado por el retorno del nacionalismo econ贸mico, el debilitamiento del multilateralismo y la consolidaci贸n de reg铆menes de corte autoritario en diversas regiones.
El eventual regreso de un proteccionismo 鈥渢rumpista鈥 implica riesgos reales para la dependencia exportadora mexicana. Estados Unidos absorbe m谩s del 80% de las exportaciones nacionales, y una pol铆tica de revisi贸n arancelaria o de bilateralizaci贸n del T-MEC trastocar铆a profundamente las cadenas de valor integradas en el norte del pa铆s, especialmente en los sectores automotriz, electr贸nico y de autopartes. M茅xico no puede desconocer esa vulnerabilidad estructural. Sin embargo, el dilema no debe resolverse mediante una sustituci贸n acr铆tica de hegemon铆as 鈥攄el eje Washington al eje Pek铆n鈥, sino a trav茅s de una estrategia de inserci贸n inteligente en un mundo multipolar.
El entorno internacional ya no responde a la l贸gica occidental del siglo XX. China ha expandido su influencia econ贸mica mediante inversi贸n en infraestructura, financiamiento a pa铆ses en desarrollo y liderazgo en nuevas tecnolog铆as, mientras que Rusia, la India y pa铆ses como Brasil buscan redefinir su autonom铆a estrat茅gica. M茅xico, por su ubicaci贸n geogr谩fica, su base industrial y sus v铆nculos culturales y econ贸micos, puede posicionarse como un actor bisagra entre el Norte y el Sur global. Ello exige, no obstante, recuperar una visi贸n de Estado basada en el inter茅s nacional y en una gobernanza democr谩tica s贸lida, m谩s que en una adhesi贸n ideol贸gica coyuntural.
El principal riesgo interno de M茅xico radica en el deterioro institucional. Un populismo polarizante, con tendencias de concentraci贸n del poder, erosiona los contrapesos, debilita la transparencia y judicializa la pol铆tica. Este tipo de gobernanza, aun cuando mantenga revestimientos electorales, limita la deliberaci贸n p煤blica y reduce la calidad democr谩tica. En ese sentido, M茅xico debe decidir si contin煤a transitando hacia la l贸gica de los reg铆menes neopopulistas con fuerte control estatal 鈥攃omo los de Venezuela o Nicaragua鈥 o si apuesta por recuperar las rutas de una democracia de calidad, con instituciones robustas, medios independientes y ciudadan铆a participativa.
La comparaci贸n internacional es ilustrativa: menos del 8% de la poblaci贸n mundial vive en democracias plenas, de acuerdo con 铆ndices como el Democracy Index de The Economist Intelligence Unit. Esos pa铆ses 鈥攅ntre ellos Canad谩, Uruguay, Costa Rica, Jap贸n o Espa帽a鈥 comparten rasgos claros: estados de derecho eficaces, rendici贸n de cuentas, pluralismo aut茅ntico y madurez c铆vica. No son econom铆as perfectas ni exentas de desigualdades, pero su estabilidad pol铆tica y jur铆dica permite planificar el desarrollo con visi贸n de largo plazo. M茅xico deber铆a mirar hacia ese grupo no como destino inalcanzable, sino como horizonte de mejora institucional.
El desaf铆o de fondo no es escoger entre Estados Unidos o China, ni entre neoliberalismo y populismo, sino construir un modelo adaptativo que combine competitividad econ贸mica, cohesi贸n social y democracia efectiva. Ese modelo h铆brido 鈥攂asado en innovaci贸n productiva, diversificaci贸n de mercados y desarrollo regional equilibrado鈥 puede darle a M茅xico margen de autonom铆a frente a los cambios de humor pol铆tico de sus aliados y frente a las presiones ideol贸gicas internas. La clave est谩 en fortalecer los pilares internos: educaci贸n, Estado de derecho, ciencia y tecnolog铆a, y participaci贸n ciudadana.
A futuro, M茅xico deber铆a adoptar una estrategia de 鈥渁utonom铆a interdependiente鈥. En lo econ贸mico, mantener el anclaje norteamericano mientras impulsa una pol铆tica activa de vinculaci贸n con Asia, la Uni贸n Europea y Am茅rica Latina. En lo pol铆tico, reconstruir consensos sobre reglas b谩sicas de convivencia democr谩tica, blindando las instituciones electorales y judiciales de la captura partidista. Y en lo social, transitar de pol铆ticas asistenciales hacia una agenda de movilidad y productividad, con inversi贸n sostenida en capacidades humanas.
Una salida propositiva pasa por redefinir el modelo de desarrollo con base en tres ejes:
1. Productividad con valor agregado, impulsando ecosistemas de innovaci贸n y conocimiento que aprovechen el nearshoring y reduzcan la dependencia de manufacturas de bajo contenido tecnol贸gico.
2. Democracia funcional y pluralista, que combine mecanismos de participaci贸n directa con fortalecimiento del parlamentarismo y del federalismo.
3. Diplomacia econ贸mica y cultural activa, que posicione a M茅xico como mediador entre econom铆as desarrolladas y emergentes, fomentando cooperaci贸n energ茅tica, clim谩tica y tecnol贸gica.
En s铆ntesis, M茅xico se encuentra en un punto de inflexi贸n que exige visi贸n de Estado, no s贸lo c谩lculo electoral ni reacci贸n coyuntural. La verdadera disyuntiva no es entre Washington o Pek铆n, ni entre izquierda o derecha, sino entre un futuro de autonom铆a democr谩tica o un presente de dependencia pol铆tica y econ贸mica disfrazada. Los pa铆ses que hoy prosperan en el escenario multipolar son aquellos que han sabido adaptarse sin renunciar a sus principios democr谩ticos. M茅xico, con su historia, su peso regional y su talento humano, a煤n puede ser uno de ellos.