Este gobierno se esmera en dejar su legado, en dejar huella, en ser recordado por algo fuera de lo común, histórico y sin duda lo está logrando.
No vamos a hablar de el gobierno más cínico de la historia, tampoco vamos a hablar del desastre en temas de salud, o del ecocidio del tren Maya o el aeropuerto fantasma o la refinería que no refina, de la corrupción de su familia y su primer círculo de colaboradores.
El legado de López será el sexenio más violento en la historia de México en tiempos de paz.
En estos días hemos visto atrocidades como el asesinato de Camila y el posterior linchamiento de sus perpetraodres, secuestros masivos en el norte del país, el desplazamiento de comunidades en Chiapas por los enfrentamientos entre grupos criminales, los levantamientos en Jalisco, las ejecuciones en Veracruz.
Apenas el fin de semana, el alcalde de Churumuco, Michoacán, fue asesinado en una taquería de Morelia.
Y lo que pasó apenas el pasado lunes con el asesinato de Bertha Gisela Gaytán, candidata de Morena a alcaldesa del municipio de Celaya, en la vía pública, a plena luz del día, en medio de un mitin donde había mujeres, niños y ancianos.
Tan solo unas horas antes, la candidata había declarado que solicitó protección, seguridad que, lamentablemente, nunca llegó.
Recordemos que apenas en febrero, el INE, junto con las autoridades de seguridad y los partidos políticos, llegaron al acuerdo de que la Guardia Nacional y el Ejército se encargarían de brindar protección a los candidatos a las gubernaturas, a la Cámara de Diputados, al Senado y a la presidencia de la República.
Por su parte, los aspirantes a cargos locales tendrían que solicitar al INE y a los institutos electorales estatales y dependencias de seguridad también locales su protección.
Los hechos nos demuestran que es por ahí, por el eslabón más débil donde atacan, pues son ellos los más vulnerables.
Caso contrario al convoy de camionetas blindadas de Rocío Nahle, la candidata de Morena al Gobierno de Veracruz, que no tiene nada de que preocuparse más que de justificar el por qué tiene más propiedades que el nopal, pero como diría el clásico, esa es otra historia.
Pero eso si, López lamenta y se conduele por los asesinatos, de milagro no se hizo él la víctima, como suele hacerlo, pero abona al reparto de culpas entre las autoridades federales y las del Estado, sobre quien o quienes son los responsables de proteger la vida de los aspirantes a cargos de elección.
Si ser la víctima no procede, lo que sigue son los ataques y la lavada de manos, pues López se le fue con todo al gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez y dijo en su mañanera que “El gobernador gobierna, pero no manda”.
Es justo decir que la violencia no es nueva, que se viene dando desde hace décadas, que ha venido en aumento y que no se ve en donde baje la curva.
Pero también es justo decir que este gobierno, con sus abrazos, se ha vuelto cómplice de esta tragedia que no reconoce colores o ideologías, pues así seas guinda, azul, amarillo o tricolor dentro de todos nosotros corre la misma sangre roja con la que se pintan las calles.
Los abrazo han sido abono para los delincuentes, la violencia ha sido permitida, tolerada e incluso, si me lo permiten promovida por el propio López.
Hoy como nunca antes resulta ser un riesgo ser candidato a un puesto de elección popular en México y los números no mienten, ya son 50 los asesinatos de orden político desde que arrancó este proceso electoral.
De esos 50 asesinatos 26 corresponden a personas que aspiraban a un cargo deelección popular y los 24 restantes son de polìticos en funciones y /o familiares de éstos.
Y eso que no estamos tomando en cuenta los 9 secuestros, más de 150 agresiones documentadas, más los atentados fallidos (22) y las amenazas denunciadas, van casi en las 80.
Imagínense todo lo que no se denuncia por miedo, por desconfianza, porque no hay un Estado que garantice la seguridad, ni siquiera a sus propios candidatos.
Aquí lo desconcertante es que el partido que encabeza los muertos es el oficial, con 9 de sus candidatos asesinados de forma violenta y los estados donde más ocurren son Guerrero, Michoacán, Guanajuato y, por supuesto, Veracruz.
México tendrá los comicios más grandes de su historia el 2 de junio, cuando más de 97 millones de votantes están llamados a renovar más de 20 mil cargos de elección popular, incluyendo la presidencia, nueve gobiernos estatales, los 128 escaños del Senado y los 500 diputados.
El legado de López será, también los comicios más sangrientos de la historia, porque esto, todavía no se acaba.
Tiempo al tiempo.