Mientras el fantasma de la guerra, la recesión y eventos extraños como el homicidio Shinzō Abe recorren en el mundo, el Presidente de México quiere restañar a su dañada popularidad.
Político que basa su fortaleza no en grandes logros sino en mostrar que los demás son peores, tiene que recurrir a lanzar lodo antes de que se seque el panorama.
Luego de caer en todas las encuestas, donde promedia no más de 57 puntos, López Obrador, se da a la tarea de crear distractores que cubran una realidad donde nada positivo hay para su administración.
Y como poner remedios, corregir, analizar, tener un plan B, no es lo de López, su salida ahora son nuevas cortinas de humo y hasta Peña Nieto va a salir bañado.
Lo de Andrés López Obrador nunca ha sido el progreso, necio, más que terco, hace obras como el Aeropuerto de Santa Lucía o la refinería de Dos Bocas, justamente al revés: Primero la obra y luego la planeación.
Para el AIFA no se comenzó con el rediseño del espacio aéreo en una ciudad complicada para la aeronavegación, sino con imponer el sitio y construir el aeropuerto.
Para Dos Bocas no se comenzó con analizar si era financieramente viable una refinería en zona inundable, alejada de los gaseoductos, de los pozos productores y del mercado consumidor.
Ahora, ya con el niño a medio ahogarse, quieren hacer al AIFA viable para la aeronavegación y comienzan a construir el gaseoducto que le daría vida a la refinería Olmeca.
El Covid en una quinta ola, la inflación en el ocho, la violencia en niveles sin precedente, la migración bajo fuego electoral en Texas, y su gente envuelta en corrupción.
Revivir el caso Colosio, poner en la picota a Enrique Peña Nieto, hacerse fan del Free Assange, volver a tirar pedradas al INE, solo muestran que el cohetero comienza.
Llevar a la picota a Enrique Peña por 26 millones y reabrir heridas como el homicidio de Luis Donaldo Colosio Murrieta, funcionan menos que venderle a Biden un plan de migración.
Para reabrir las investigaciones del homicidio de Colosio hay tanta razón jurídica e histórica como volver a investigar el homicidio de Mi General Obregón.
Casi todos los integrantes del Gabinete de Seguridad de Carlos Salinas de Gortari ya fallecieron, incluido Víctor Benítez Treviño, quien sustituyó en la PGR 40 días después del magnicidio a Diego Valadez.
Ya fliparon los políticos más señalados como posibles autores intelectuales, José Córdoba, Manuel Camacho Solís, Carlos Hank González y Xicoténcatl Leyva, incluso los Arellano no están disponibles.
La plaza de Lomas Taurinas hace lustros que dejó de ser un terregal para convertirse en una plancha de concreto con una monumental estatua de Luis Donaldo.
¿Será que quieren mandar llamar a declarar al jefe de prensa de Luis Donaldo, hoy convertido en editor de un influyente medio web que apoya a Andrés Manuel López Obrador?
Revivir el pasado puede traer dolorosos recuerdos, como que el caso Colosio está ligado al homicidio de José Francisco Ruiz Massieu cuyo hermano (RIP) acuñó la frase de “los demonios andan sueltos”.
¿Si se llamara a declarar a Carlos Salinas, tendrá éste la manera de comprobar que en 1994 sobornó al candidato que impugnaba el triunfo en Tabasco de Roberto Madrazo, un tal Andrés Manuel López Obrador?
Lo cierto es que la Cuarta Transformación se apresta a vivir lo peor de la tormenta que ellos mismos han formado y que el golpeteo contra Biden y la agresión a inversionistas extranjeros, se sumarán al caos en seguridad y de la economía.
Un fantasma recorre México, es el fantasma del caos obradorista, cuya única agenda es y ha sido, conservar la popularidad del presidente como única arma política.