El gobierno de la esperanza se ha convertido en una tragedia, y tiene ya tantos frentes abiertos con el país que debería verse como nuestro principal aliado que ya resulta difícil prever por dónde saltará la liebre, o mejor dicho, la serpiente.
Aunque queda claro que Estados Unidos no va a enviar un grupo élite para ametrallar las instalaciones de carteles en México, ni irán por López Obrador a Palacio Nacional, es seguro que va a usar otros métodos más sutiles como ventilar información.
Sacar de México a la DEA justifica ahora que las agencias gubernamentales estadounidenses usen su equipo e instalaciones para darle seguimiento a llamadas telefónicas, a la ruta del dinero, geolocalizar vuelos y laboratorios clandestinos.
Igualmente pueden hackear tanto los servidores del gobierno mexicano y darle seguimiento a las cuentas de los principales líderes de la oposición, como Mario Delgado y narco gobernadores como Durazo, Villarreal, Rocha Moya, Evelyn Salgado, Pilar Ávila, etcétera.
La forma de actuar de los gobernadores de Morena como tribu perredista con acuerdos y desplegados en apoyo a López Obrador (En los que hasta muertos firman) no solamente los hace predecibles sino fáciles de rastrear y no tenga duda que eso va a pasar.
Y si en tiempos donde hay buena voluntad de ambas partes, Estados Unidos entrega la información a las autoridades mexicanas y espera EU a que éstas actúen, con la actitud cerrera del macuspano, ahora puede proceder a filtrarlas a los medios.
Las elecciones de 2024 en México y en Estados Unidos serán un espectáculo mediático, mejor dicho circense, con el tabasqueño haciendo encendidos discursos sobre la Patria y los candidatos republicanos y hasta los demócratas, exhibiendo la relación Morena-narco
Creo que a estas alturas López Obrador debería estar escogiendo quién va a ser el General Rebollo que tendrá que entregarle a Washington en sacrificio para calmarlos, o quizá piensa dar un autogolpe y creer que la Casa Blanca se quedará mirando.
Lo cierto es que López ha traído docenas de agentes de la inteligencia cubana y venezolana y hay rumores de que el 18 de marzo será más que una inocente concentración política en el Zócalo, y ese día puede tratar de ir por todos sus opositores y declarar el Estado de Excepción.
El gobierno de las ocurrencias ha convertido lemas patrioteros en políticas gubernamentales, y el discurso está gastado y hoy debería ver ese apartado en las encuestas que dice que al menos seis de cada 10 mexicanos creen que es corrupto.
Gobernar un país haciendo políticas de gobierno lemas como “sin maíz no hay país”, puede traer consecuencias económicas tremendas y hacer explotar el déficit del presupuesto, el cual López ha cuidado no exceder demasiado, a machetazos, pero lo ha cuidado.
Y por supuesto que el lema de la “soberanía nacional” es central en su discursos en el que habla de un cambio y de que somos los opositores, los que defendemos esos privilegios que no tuvimos nunca y que hoy vive solamente la familia López Obrador Beltrán.
Lo cierto es que la corrupción del peñismo o la de García Luna han sido superadas por la 4T, y el del macuspano es el gobierno más corrupto de la historia, el más represor desde tiempos de José López Portillo, y al igual que este, López ya tiene un agujero fiscal escondido a punto de explotar.
En diciembre pasado el saldo de la deuda pública llegó a 14.2 billones de pesos, lo que significa un 30 por ciento más que el histórico que había en diciembre de 2018 y año con año se ha transferido a Pemex más de medio billón de pesos.
En esa deuda hay mucho extra no considerado y si no se resuelve el tema del maíz y comienzan a frenar las exportaciones de agropecuarios, las cosas se pueden poner muy serias, con superpeso o sin superpeso, con discurso patriotero o sin él.
Infiernitos como justificar atrincherarse de las feministas en su palacio de virrey, tras una barda de placa de acero con malla concertina, tres barreras tubulares y un millar soldados con equipo antimotines, ventilando el bunker de Seguridad Pública, cada vez tienen menor efecto.
La explicación suena “Sí me atrincheré, pero García Luna se atrincheraba más”, la diferencia es que el bunker de Seguridad Pública es para un establecimiento policíaco y Palacio Nacional es una sede política del Poder Ejecutivo.
Y encontrarle al gobierno de AMLO algo mejor de que ya pasaron cuatro años, está difícil y lo peor, es que está historia no solamente va a continuar, sino empeorar.