"¿Por qué primero los pobres? Por humanismo, por solidaridad, pero también en el caso de los que son creyentes, porque esa es la esencia de los evangelios", Andrés Manuel López Obrador. 7 de abril de 2020.
Cuando nuestro lÃder estaba en campaña, en mi afán de tratar de entender las razones del voto, me ponÃa necio al discutir con muchos amigos mÃos que pensaban votar por él (y finalmente lo hicieron). Les insistÃa que la historia evidenciaba que el candidato era un autoritario, que no respetaba las leyes ni a las instituciones y tenÃa rencor por los que habÃan tenido oportunidades de progresar en la vida y las habÃan aprovechado, muchas veces con sacrificios, pero eso no importaba: eran los frutos podridos del sistema que, según el candidato, habÃa desterrado a millones a la pobreza y al olvido.
Y casi todos esos votos para nuestro hoy lÃder caÃan en lo mismo: "hay que darle una oportunidad, no podemos estar peor (ni en inseguridad, ni en corrupción, ni en la economÃa) y ya es hora de ayudarle a los pobres, tenemos una enorme deuda con ellos".
Claro que todos ellos desconocÃan, o minimizaban, que ya habÃa millones de mexicanos que recibÃan ayuda del gobierno y que algunos de esos programas sociales eran reconocidos, a nivel internacional, por su efectividad para darles oportunidades (no sólo dinero) a los más desprotegidos. En algunos de ellos, una de sus principales caracterÃsticas era no entregar dinero de manera directa, ya que esto acaba siendo electoral.
Por otro parte, hace algunos años, en toda la publicidad de los programas sociales se comenzó a incluir por ley un aviso que decÃa: "este programa es público, ajeno a cualquier partido polÃtico y queda prohibido su uso para fines distintos a los establecidos en el programa". El objetivo era muy claro: que no se sacara ventaja electoral de los más necesitados.
Ahora, con el nuevo gobierno, a todos los programas sociales anteriores nuestro lÃder los mandó "al basurero de la historia" y regala dinero (del erario) de manera directa en la mitad de los hogares de todo el paÃs. Todos ellos saben que se los manda nuestro lÃder que está librando la batalla contra los conservadores que no lo dejan avanzar.
Y como amor con amor se paga o, dicho de otra manera, para que me sigan queriendo (dándome dinero) necesito darles mi apoyo (votar por AMLO), es casi un hecho que López Obrador ya tiene a su alcance una base electoral con millones de incondicionales.
He tenido la oportunidad de hablar con varias personas que reciben apoyo en efectivo del gobierno (algunos jóvenes y otros no tan jóvenes) y defienden a nuestro lÃder a capa y espada y al preguntarles ¿si ya no llega el dinero lo apoyan?, la respuesta es muy clara: "no, serÃa igual que los anteriores".
En esa misma lógica, no cumplirles lo hace corrupto, por eso no les puede fallar, porque en el 2021 hay elecciones intermedias, que siempre han sido el referéndum al que se enfrentan los presidentes y gobernadores y en un sinnúmero de ocasiones han provocado el freno de un gobierno.
Para seguir "transformando" a México, AMLO necesita mantener el control del Congreso federal y la mayorÃa de los Congresos locales (en las elecciones del próximo año, por primera vez se eligen también en 29 estados).
Eso lo tiene claro nuestro lÃder, por eso hay que mantener a esos electores satisfechos y, sin falta, entregarles el dinero cada que les toque.
Por eso, ante la contingencia del Covid-19 lo primero que hizo fue mandarles por adelantado el dinero de dos bimestres. Cuando pase la pandemia, esas familias estarán agradecidas que no las dejaron solas, aunque el resto del paÃs se caiga a pedazos.
Sólo para tener claro el alcance de los programas sociales federales, la meta es llegar de manera directa con dinero a 22 millones de beneficiarios y alcanzar, al menos, a la mitad de los hogares con un programa de bienestar.
A lo mejor, los recursos invertidos por nuestro lÃder no salvan a México de la debacle económica, pero sà van a mantener a salvo el valioso aprecio de muchos potenciales electores, ante todo hay que tener claras las prioridades: Primero los votos.
¡Hasta la próxima semana!