A veces uno se encuentra en redes sociales el comentario “me representa”, aunque no necesariamente haciendo referencia a la clase política. Esa compacta expresión contiene un profundo significado que incluye un sentido de vinculación, de identificación, de empatía y otros múltiples aspectos que denotan que alguien puede depositar su confianza en alguien más para representar sus valores e intereses.
En ello se apoya, en buena medida, la arquitectura de la democracia, y a ello se debe, también en buena medida, la noción de crisis de los partidos y de la democracia misma. El rompimiento o erosión del sentido de representación se refleja en un creciente distanciamiento entre gobiernos y ciudadanos, partidos y votantes, instituciones y sociedad. Las urnas suelen hoy en día describirse más como depositarios de insatisfacción que como canalizadores de apoyo.
¿Qué tan representados políticamente se sienten los mexicanos? Esa inquietud la incluimos en la encuesta nacional telefónica de El Financiero realizada el pasado mes de octubre, a 820 entrevistados adultos en todo el país. La pregunta textual fue: “Como ciudadano, ¿se siente usted representado políticamente?”.
De acuerdo con el estudio, poco menos de la mitad, el 45 por ciento, dijo sentirse representado, mientras que la otra mitad más uno, es decir, 51 por ciento, no se siente representado. El sentido de representación marca una clara división, con una mitad de la población de un lado y la otra mitad del otro.
La encuesta no arroja diferencias importantes por sexo, edad o escolaridad: el sentido de representación es casi el mismo entre esos subgrupos demográficos. Pero sí hay una baja notable en el sentido de representación entre el segmento socioeconómico más bajo comparado con otros, lo cual sugiere una influencia de clase. También hay una esperable relación con el partidismo: los partidistas en general, y los morenistas en particular, expresan un mayor sentido de representación que los apartidistas. A pesar de su descrédito, los partidos políticos continúan siendo un referente importante para el sentido de representación.
Los beneficios del gobierno también denotan una influencia: quienes reciben beneficios de programas sociales expresan un mayor sentido de representación que aquellos que no reciben. Además, la evaluación al gobierno actual es otro factor de vinculación: quienes aprueban la labor del Presidente y su gobierno se sienten más representados que quienes la desaprueban.
Hace casi diez años, en 2010, la encuesta ENVUD (encuesta nacional sobre lo que une y divide a los mexicanos) incluyó algunas preguntas similares, aunque no idénticas, lo cual nos da una idea del sentido de representación en ese entonces: El 28 por ciento dijo sentirse representado por su diputado federal “siempre” o “algunas veces”, mientras que 71 por ciento dijo “rara vez” o “nunca”. Por otro lado, 45 por ciento dijo que los gobernantes del país suelen tomar las decisiones correctas “siempre” o “algunas veces”, mientras que 54 por ciento dijo “rara vez” o “nunca”. Esta última pregunta suele considerarse como un indicador de confianza política, pero ésta y el sentido de representación política van de la mano.
Al no tener la misma pregunta en el tiempo es difícil decir si el sentido de representación ha crecido, se ha reducido o no ha cambiado. Pero el hecho es que hoy la sociedad mexicana está dividida casi en partes iguales entre quienes sí se sienten representados y quienes no.
Habrá que estar al pendiente de cómo el sentido de representación política varía a lo largo de este gobierno y qué implicaciones puede tener tanto su posible fortalecimiento como su debilitamiento. Sea uno u otro, los mexicanos que no se sienten representados no significan un vacío político, sino una gran oportunidad para los partidos.