Shirley es la historia de éxito de la familia, la única con estudios universitarios. Destacó sobre sus hermanos hombres a pesar de haber sido relegada casi en todo desde niña. “A ellos no se les castigaba por decir lo que piensan, mientras que a ella la mandaban a su habitación a la primera señal de insurrección”. Se desempeñó como maestra de escuela y, al casarse, compartía las labores domésticas con Lennox, su marido, “y ni siquiera tuvo que pelear por ello”. Shirley es una de los personajes de la novela de Bernardine Evaristo, Girl, Woman, Other, ganadora del Booker Prize 2019.
La frase “y ni siquiera tuvo que pelear por ello” parece una excepción a la regla; todo lo demás significa pelea... y no solamente en uno, sino en varios frentes. En los personajes de Evaristo se intersectan, además de ser mujer, aspectos de clase, raza, identidad, cultura, idiosincrasia y otros aspectos de diferenciación social y política en Gran Bretaña. Es novela, es ficción, pero retrata muy bien las realidades de muchas mujeres en ese país. Las voces que hoy se alzan en México en contra de la violencia de género y de otras problemáticas que enfrentan las mujeres también están delineando un retrato, muy real, de las continuas luchas que tienen que pelear. Y las encuestas también nos dan una muy buena idea de ello. Aquí comento algunos resultados de la Encuesta Mundial de Valores realizada en México, en 2018, a 1,741 personas entrevistadas en las 32 entidades.
El acoso. El 34 por ciento de los mexicanos reportaron que en su barrio o colonia es muy o algo frecuente que sucedan casos de acoso sexual. Esa percepción aumenta a 41 por ciento entre las mujeres de 18 a 30 años de edad.
La violencia doméstica. El 67 por ciento de los mexicanos afirmó que “nunca es justificable” que un hombre le pegue a su esposa; sin embargo, el 33 por ciento sí admite cierto grado de justificación a esa forma de violencia, incluido, en su expresión más extrema, un 6 por ciento que lo considera completamente justificable. En Alemania, el 96 por ciento opina que esa conducta nunca se justifica; en Irak y Egipto, el 48 y 53 por ciento.
Los estigmas sociales. El 19 por ciento de los mexicanos está de acuerdo en que tener una educación universitaria es más importante para un hombre que para una mujer. El 40 por ciento cree que en situaciones de escasez de trabajos, los hombres tienen más derecho a un empleo que las mujeres. Y el 24 por ciento opina que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres. Éstas no son exclusivamente creencias de hombres; las mujeres lo creen en proporciones muy similares.
Los costos del empoderamiento. Al preguntar si están de acuerdo o en desacuerdo con la frase “si una mujer gana más que su marido, es casi seguro que eso le cause problemas”, el 54 por ciento de los mexicanos dijo estar de acuerdo y el 27 por ciento en desacuerdo. El resultado revela un gran dilema: ¿es mejor mantener la armonía en el hogar a expensas personales, o mejor superarse personalmente a expensas de enfrentar conflictos domésticos? En Paquistán y Nigeria, el acuerdo con la frase alcanza 73 y 68 por ciento, mientras que en Estados Unidos y Australia, solamente el 10 y el 7 por ciento.
El nivel de escolaridad modula un poco esta creencia en México, pero la mayoría de las mujeres está de acuerdo, sin importar su nivel educativo: así lo cree el 58 por ciento de las mujeres con educación básica, el 54 por ciento con nivel medio y el 51 por ciento con estudios universitarios.
Las protestas de mujeres están llevando muchos de estos asuntos al ámbito público, pero la lucha en el ámbito privado es cotidiana y comienza en casa. Los datos de la encuesta citada son de hace dos años y sugieren que, a menos de que haya habido cambios importantes desde entonces, la frase “y ni siquiera tuvo que pelear por ello”, podría seguir siendo la excepción. En estos días la lucha de las mujeres toma una forma colectiva y solidaria. Habrá que estar muy al pendiente de los resultados.