La frecuencia con la que los mexicanos asisten a servicios religiosos se ha reducido dramáticamente en los últimos meses. Entre enero y mayo del año pasado, las encuestas nacionales de EL FINANCIERO registraron que, en promedio, 44 por ciento de las personas entrevistadas dijo asistir a servicios religiosos por lo menos una vez a la semana. Entre junio y diciembre el promedio bajó a 35 por ciento, y en los primeros tres meses de este 2021, el promedio fue de 21 por ciento. La asistencia o participación religiosa ha bajado a la mitad de lo que era hace un año.
¿Qué está sucediendo? Lo primero que viene a la mente es el cierre de iglesias y templos debido a las medidas de confinamiento por la pandemia. Durante el último año, la gente no ha tenido el mismo acceso a los centros religiosos. La pregunta es si con la reapetura, la feligresÃa volverá a los templos o la pandemia ya está cambiando los hábitos.
Desde que iniciaron las medidas de confinamiento, en marzo de hace un año, ha habido momentos de reapertura en diversas actividades, y los centros de fe han reabierto sus puertas gradualmente. Por otro lado, los servicios religiosos online han tenido sus momentos de florecimiento durante la pandemia. Sin embargo, la asistencia a los servicios religiosos (no se especifica si presenciales u online) no ha mostrado visos de repunte. Desde septiembre de 2020, la tendencia ha sido a la baja.
No podemos decir que haya decaÃdo la fe; al contrario, es probable que en tiempos de crisis e incertidumbre como la pandemia se hayan fortalecido ciertos aspectos de la espiritualidad. Tampoco podemos decir que las creencias religiosas de los mexicanos se hayan debilitado. Lo que sà es evidente es que la feligresÃa va en declive. Y las medidas de reapertura o la oferta online no parecen estar provocando una reactivación. No parece ser una crisis espiritual, sino una crisis de participación religiosa. Veremos si se trata de un abandono temporal o de una deserción de largo plazo, más definitiva.
¿Quiénes son los que más han dejado de asistir a servicios religiosos? Las encuestas revelan que el declive ha sido de magnitud muy similar entre hombres y mujeres. En general, las mujeres dicen asistir más a servicios religiosos que los hombres, con una brecha importante que promedió 11 puntos en 2020. Pero la caÃda en asistencia ha sido muy pareja entre ambos grupos poblacionales.
Si consideramos la edad de los entrevistados, la asistencia religiosa suele ser más alta entre los mayores de 50 años, y más baja entre los menores de 30. Lo que muestran las encuestas es que en todos los grupos de edad se han registrado bajas, pero la más notable ha sido entre los mayores de 50 años, quienes suelen ser clientes frecuentes. Las razones quizá son obvias: se ha dicho que es la población más vulnerable al Covid-19, por lo cual la incidencia de quedarse en casa podrÃa ser mayor.
Pero también, la población de mayor edad está menos internetizada, por lo cual la penetración de los servicios religiosos por medios digitales a ese segmento enfrenta barreras tecnológicas en el lado de la demanda.
Esas mismas barreras se vinculan con las tendencias por grupos según su nivel de escolaridad. El declive más notable en la asistencia a servicios religiosos se observa entre los entrevistados con escolaridad universitaria, el grupo de por sà más secular. Pero la caÃda entre el grupo de educación básica no se queda atrás, y eso es importante porque representa un fuerte nicho de seguidores para las iglesias. No sabemos si el abandono es temporal, pero de no ser asà estaremos viendo un cambio sustantivo en las prácticas religiosas de la nación.
Finalmente, las encuestas muestran caÃdas de asistencia a la iglesia más notables entre la población católica, y de menor magnitud entre las minorÃas cristianas no católicas o de denominación protestante. La asistencia entre estas últimas también ha bajado, pero no tanto.
Hace un año, cuando la asistencia a las iglesias lucÃa más robusta, la Semana Santa no influyó en las tendencias. Veremos si este año, cuando la asistencia luce debilitada, en buena medida por la pandemia, la Semana Santa reactiva por lo menos un poco. Por lo pronto, quede aquà un retrato empÃrico de una feligresÃa en declive.