Cultura política (II)

Los jóvenes y las clases populares muestran un déficit importante de cultura participativa, comparados con los grupos de mayor edad y con la clase media.

24/02/2023

El orgullo de votar en elecciones y la idea de que, como ciudadanos y ciudadanas, se puede influir en los asuntos políticos, son actitudes mayoritarias entre la sociedad mexicana hoy en día. Ambas denotan una cultura política participativa y un sentido de empoderamiento ciudadano, o eficacia política interna, como le llaman en la ciencia política. Sin embargo, estas actitudes contrastan con una amplia creencia, también mayoritaria, de que a los políticos “no les importa la gente como yo”, indicativo de una baja eficacia política externa.

Además, en esos tres indicadores de cultura política hay diferencias sustanciales entre grupos sociales, no tanto entre hombres y mujeres, que muestran mínimas diferencias, pero sí por edad y por clase social: los jóvenes y las clases populares muestran un déficit importante de cultura participativa y en el sentido de empoderamiento ciudadano, comparados con los grupos de mayor edad y con la clase media. Son señales de una profunda desigualdad en nuestra cultura política.

Todo esto lo comenté la semana pasada en este espacio con base en los resultados de una encuesta nacional de EL FINANCIERO, realizada en enero.

Quisiera hoy complementar este retrato de la cultura política mexicana actual con un par de indicadores adicionales, derivados de la misma encuesta, también contrastantes entre sí: por un lado se observa un gusto mayoritario por participar en decisiones comunitarias, pero por otro lado se observa una mayoría ciudadana que no se siente representada políticamente. Analicemos.En la encuesta preguntamos si está de acuerdo o en desacuerdo con la frase “me gusta participar en decisiones de mi comunidad”. El 64 por ciento de las personas entrevistadas dijo estar de acuerdo y 32 por ciento, en desacuerdo. Dos terceras partes de la población encuestada expresan una inclinación a participar en decisiones respecto a problemáticas que les rodean y afectan directamente.

En este indicador tampoco hay diferencias de respuesta entre hombre y mujeres, y la diferencia que se observa entre la clase media y las clases populares es menor (con la primera ligeramente más participativa que las segundas), pero sí hay una notable diferencia por edad. Entre los jóvenes menores de 30 años apenas 48 por ciento tiene gusto por participar en decisiones comunitarias, comparado con el 70 y 69 por ciento registrado entre los grupos de mayor edad. Si bien la desigualdad por clase social no es tan notable en este caso, la brecha generacional sí es muy marcada.

El otro indicador es el sentido de representación política. Al preguntar si está de acuerdo o en desacuerdo con la frase “me siento representado políticamente por algún partido”, 39 por ciento dijo estar de acuerdo y una mayoría de 57 por ciento estuvo en desacuerdo. La mayoría de ciudadanos no se siente representada. Junto con el indicador de baja eficacia política externa, estos dos son signos del desapego de la sociedad con la clase política en general, y con los partidos en particular.

Desagregando por subgrupos, el sentido de carencia de representación política es similar entre hombres y mujeres, pero es más alto entre los jóvenes y entre las clases bajas. Según la encuesta, la diferencia entre la clase media y las clases bajas es de 14 puntos, mientras que entre grupos de edad es de 28 puntos porcentuales.

De acuerdo con estos datos, la cultura política mexicana combina un gusto por la participación en elecciones, muy probablemente reflejo de las instituciones electorales que se han construido en las últimas tres décadas, y en decisiones de su comunidad, gustos que comparten alrededor de dos terceras partes de la ciudadanía. A su vez, una mayoría siente que como ciudadano puede influir en los asuntos políticos. En contraste, predomina un sentido de desafección política y un alejamiento de los partidos. Los vínculos de representación política, si no están rotos, sí están deteriorados y requieren atención.

Ante estos rasgos y síntomas de nuestra cultura política, veremos cómo van las cosas ante los cambios que se perfilan en el INE y en las elecciones, y con la resistencia que algunos sectores de la sociedad están preparando contra ello, como la marcha de este domingo.

amoreno@elfinanciero.com.mx



ALEJANDRO MORENO es profesor del Departamento de Ciencia Política del ITAM y vicepresidente de la World Values Survey Association. Actualmente es Consultor/Director de Encuestas y Estudios de Opinión de El Financiero.Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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