"La aventura podrá ser loca, pero el aventurero ha de ser cuerdo", Chesterton.
Por más que el salto a la actualidad de los “papeles de Pandora” pareciera dar pie a la apertura de la caja del mismo nombre, la realidad proclama que las cosas de los ricos le valen muy reverenda y santísima madre al ciudadano. Así lo afirman, una vez más, los datos de la medición de SABA Consultores del pasado día 11. El “Top of mind” de acontecimientos vuelve a aseverar que son la inseguridad, la delincuencia, la violencia y todos sus adláteres los conceptos que concentraron la atención de la mayoría de los mexicanos. Aparecen, eso sí, entreverando estas cuestiones, la reforma energética y el “bon vivant” de Lozoya, porque, sobre todo en este último caso, una imagen hiriente vale más que mil palabras mañaneras. Ni una sola mención, por otra parte, a las revelaciones sobre las actividades de los billonarios en los paraísos fiscales.
Ciertamente, ver al ex director de Pemex poniéndose a modo en un restaurante de lujo resulta detestable, y en efecto es “inmoral”, como acertadamente lo calificó Andrés Manuel López Obrador. Pero esa vorágine de lujos es completamente ajena y poco importa a los que viven en la pobreza, y desde luego también a los “aspiracionistas” de las clases medias, que buscan desesperadamente que se alivie su presión fiscal. Muchos observan esperanzados los anuncios de reformas en ese sentido, pero todo parece indicar que son “ofertas para nuevos clientes” con objeto de aumentar la recaudación. Objetivo muy loable, pero que deja exactamente en la misma situación de asfixia a quienes más sufren el encorsetado sistema del SAT: precisamente los estratos de mediano poder adquisitivo.
Dice Eliezer Budasoff en “El País” que hay dos Méxicos, uno de los cuales estaría conformado por los poderosos, sin importar inclinaciones políticas. Pues ha descubierto el bueno de Eliezer el hilo negro… ¿Desde cuándo o en qué mundo ideal las posturas ideológicas han estado por encima cuando se ha tratado con el poderoso caballero, don Dinero? Sin ánimo de planteamientos conspiranoicos, parece un tanto ingenuo pensar otra cosa. Sobre todo cuando, a pesar de las promesas de lucha contra la corrupción que jalonaron la llegada al poder de AMLO, nada concreto se ha conseguido al respecto, y los protagonistas se llenan la panza en restaurantes de lujo o ponen sus jugosos fondos a buen recaudo lejos del alcance del SAT, muy voraz, en cambio, con quienes no tienen esos medios. Hecha la ley, hecha la trampa.
El capitán que marca el rumbo de este barco es Andrés Manuel, y en consecuencia es responsable de lo que suceda, sobre todo si tenemos en cuenta que ya ha superado el ecuador de su período de gobierno. Sigue gozando de una aprobación amplia, pero cada vez aparecen, aun siendo discontinuos, más síntomas de desconcierto entre sus propios seguidores. En este monitoreo roza las advertencias negativas en aprobación y desaprobación. También recibe aviso desfavorable en el “Top of mind” de candidatos, quién sabe si porque una mayoría va aceptando que no se va a reelegir, o porque haya un desengaño real. Y mientras tanto, las tareas que urgen y que realmente preocupan a los mexicanos, como son la reforma energética, y sobre todo y por encima de todo la seguridad pública, siguen pendientes.
Tiene López Obrador muchos problemas con su forma de actuar, pero uno de ellos es una especie de trastorno por déficit de atención e hiperactividad, que manifiesta a veces groseramente cada día de la semana en sus conferencias matutinas. Sigue siendo la gran referencia que sostiene a su partido, a pesar de que este está cayendo claramente en el número de seguidores, y de que esa caída lo más probable es que sea culpa suya. Porque el tiempo pasa y no llegan los resultados. Dar forma definitiva y encauzar la reforma energética es crucial, pero no terminamos de tener una idea clara de lo que se pretende. En cuanto a la lucha contra el crimen, se anuncia una inevitable colaboración con los Biden’s boys, aunque no sabemos si será de nuevo ponerse en manos de los molestos vecinos del norte, que resultan ser a la vez los principales consumidores del producto ilegal que venden los delincuentes nacionales, y los exportadores número uno de lo que estos, a su vez, demandan: armas para seguir imponiendo su ley. Mientras no se empiecen a buscar soluciones para esas dos premisas, las buenas palabras servirán para poco. Y menos los abrazos en respuesta a los balazos con munición y armas largas made in USA.
Así las cosas, por muy bienintencionado que sea el proyecto, o por más que estuviera estructurado con mediana lógica, o, como dice Chesterton, aun cuando el objetivo sea harto difícil y loco (por arduo) el propósito, si quien debe dirigir su ejecución no carbura fino el éxito se antoja una utopía. Estas eventuales fluctuaciones entre sus propios seguidores, las deserciones observadas en la identificación con Morena, el desconcierto del que hablábamos, quizá estén evidenciando una etapa de negación de la realidad. Ya saben que, antes de que llegue la aceptación, hay que pasar por la ira, la negociación y la depresión. Hace pocos días, la habitualmente poco filosófica Paquita la del Barrio se descolgó con la siguiente afirmación: “Cuando hay amor se sufre y si no hay amor también”. Mala perspectiva para los “amlovers”. Para los sensatos, aún queda esperanza, pero desde luego no está centrada en los excesos de ricos y políticos, sino en el anhelo de que sus seres queridos salgan y entren de casa sin que el corazón se encoja. ¿Hay alguien ahí que sea capaz de dar respuestas?
* El "Top of mind" de acontecimientos vuelve a aseverar que son la inseguridad, la delincuencia, la violencia y todos sus adláteres los conceptos que concentraron la atención de la mayoría de los mexicanos.
15/10/2021