“No hay gasto más costoso que el del tiempo”, Teofrasto.
En vista de la agitación en la arena política que, aún a falta de un año para la elección presidencial, estamos presenciando en estas últimas semanas, cabía esperar alguna consecuencia a nivel de opinión pública. Por ejemplo, que la invitación de Ebrard a Andrés Jr. hubiera afectado a la percepción sobre él, fuera a favor o en contra. O que la propuesta del llamado “Frente Amplio” opositor en cuanto a la definición de su candidato hubiera generado alguna reacción. Los datos de SABA Consultores parecen indicar que no, que los ciudadanos, por ahora, prefieren estar tranquilos y no cansarse antes de tiempo del largo show que nos espera. Por supuesto, en cuanto a la aprobación y calificación de AMLO, la estabilidad es sólida, pétrea, casi plomiza. Quiere esto decir que la anulación total del “plan B” del presidente por parte de la Suprema Corte no ha afectado a sus guarismos en absoluto. Eso en particular. En general, y si hablamos a largo plazo, ni esos ataques, repetidos esta misma semana, al poder judicial; ni el menosprecio a sus oponentes políticos; ni los señalamientos a los medios y periodistas discordantes; ni los reproches a los grupos de la sociedad civil, sean aquellos y esta lo que sean… Nada de eso, ni de otras muchas cosas, ha cambiado el beneplácito popular.
A veces imagino un futuro distópico, más o menos cercano, en el que la máquina de engrasar la popularidad, es decir, los programas sociales, dejara de funcionar. ¿Qué sería del Estado mexicano, casi fallido, si ese oneroso gasto se detuviera, por causas ajenas o no al gobernante en turno? Pues con todo lo caras que salen, las ayudas sociales son imprescindibles mientras no se cambie de arriba a abajo el modelo económico de la Nación, desde la fiscalidad hasta la industria, pasando por la competitividad. Y con todo lo gravosas que son, ni de lejos llegan a lo que ha costado, en todos los sentidos, más de un siglo batallando por una democracia, la que sea, equiparable como concepto a una participación real y efectiva de los ciudadanos en el gobierno de sus destinos. Los mexicanos, hartos ya, no piensan en eso. Tienen en su pensamiento, como demuestra el “Top of mind”, el calor, el agua, la inseguridad… Ojo: también el tren maya, el desabasto de medicinas o los negocios de los hijos de AMLO. Esto último puede ser un signo de cierta actividad opositora. Pero desde luego no hay menciones relevantes, por ahora, a los procesos internos ni de Morena ni de la oposición. Parecen percibirse con cierto aburrimiento, o al menos con distancia, queda mucho.
Y eso que, de repente, la cosa se está poniendo interesante. En la interna de Morena, por más que les digan que hay ventaja para Claudia, no se lo crean. Hay un empate técnico cerrado. La oposición ha definido una suerte de primarias, aparentemente imperfectas, pero algo es algo. Aunque vengo siendo escéptico, parece un paso positivo, por la mencionada democracia y porque desde ya se le está disputando a la 4T un protagonismo hasta ahora incontestable en la agenda política. Decía el personaje interpretado por Ricardo Darín en la magnífica “Nueve reinas” que “putos hay de sobra, lo que faltan son financistas”. Seguramente por eso hemos visto a supuestos líderes en ciernes sin apoyos ni posibilidades renunciando a acaudillar la oposición. Como financistas hay pocos, ya sabemos lo que sobraba. Y en eso, llegó Xóchitl, veremos con qué consecuencias. Porque también la prisa requiere de calma, y habrá de verse, en los dos bandos, quién tiene madera para resolver el acertijo que requiere conjugar el sosiego con la premura. Esto es una carrera de fondo, y como ponían los latinos en los relojes de sol, “Omnia vulnerat, sed ultima necat”. Todas hieren, pero es la última la que mata.
En la interna de Morena, por más que les digan que hay ventaja para Claudia, no se lo crean. Hay un empate técnico cerrado.
30/06/2023