En el umbral del límite

Adolfo González

EL SEXTANTE
La popularidad de AMLO parece estar llegando a umbrales peligrosos, manteniendo, por cinco semanas, una tendencia a la baja.
03/03/2022

"Uno que no sepa gobernarse a sí mismo, ¿cómo sabrá gobernar a los demás?", Confucio.

En física, se conoce como límite elástico, en términos sencillos, el punto en el cual un material sometido a una tensión que lo deforma, ya no puede regresar espontáneamente a su forma original. Es decir, se queda deformado. Si a partir de ahí sigue sometido a tensiones, el siguiente y no deseado umbral es el punto de fractura, que termina por romperlo. La elasticidad de la popularidad de López Obrador ha sido durante todo su mandato asombrosa, pues reiteradamente ha sufrido baches, regresando siempre a sus generosos valores de aprobación. En este último mes, y según los datos de SABA Consultores correspondientes al pasado lunes, parece estar llegando a umbrales peligrosos, manteniendo, por cinco semanas, una tendencia a la baja.

Hay muchas malas noticias que acompañan al hecho, no tan simple, de que la figura de AMLO esté sometida a tensiones que estén terminando por deformarla. Con ella se deforman también las percepciones sobre las instituciones, sobre el gobierno, sobre la convivencia, sobre la paz civil y, ultimadamente, sobre la propia Nación. Si la misión de un gobernante es aportar certezas, las obsesiones de Andrés Manuel y su persistente comportamiento errático y agresivo, propiciando una insana polarización, no están aportando más que crispación e inseguridades de todo tipo. Bueno fuera, insisto, si el único perjudicado fuera él, pero lo malo es que, como tantas veces, lo que rompen los borricos lo pagan los arrieros.

En este monitoreo queda patente un desgaste prolongado, consistente y continuado, que ha hecho perder al Presidente del orden de 20 puntos en aprobación en apenas un mes, rozando ya la advertencia negativa. Nivel que supera con creces, llegando a la alerta del mismo signo, en desaprobación, calificaciones altas y calificaciones bajas. Como consecuencia, se registra un descenso de su nota media de un 8,2 a apenas un 7 en ese mismo plazo de un mes. De nada sirve que Morena muestre una leve recuperación en el rubro partidista, porque Morena sin AMLO es un ente vacío. Al desánimo de sus seguidores se une el crecimiento de las antipatías: en el indicador de peores políticos, Andrés Manuel ya comparte el liderazgo con dos personajes tan conspicuos en ese aspecto en el imaginario colectivo como Peña Nieto y Salinas de Gortari. Corolario: este desalentador panorama no favorece a nadie, porque la debilidad de la oposición aviva la incertidumbre sobre el futuro que parece cernirse sobre México. Más aún a en tiempos tan tumultuosos como los que desgraciadamente vivimos.

Queda, claro, por ver, si verdaderamente AMLO ha cruzado el umbral de la elasticidad y sus límites, que al fin y al cabo son los de la paciencia de sus hasta ahora aplaudidores, o como tantas otras veces consigue rehacerse. Hay algunos síntomas que podrían anticipar que el daño, si no definitivo, en su dimensión ya es irreversible. Lo primero, el "Top of mind" de cuestiones en las que pensaron los mexicanos. Allí aparece en destacado lugar "El escándalo del hijo del Presidente, cuyo manejo, sin lugar a dudas, ha sido origen muy principal del deterioro. Añadamos la advertencia negativa en el número de los que desean que continúe en la pregunta sobre la revocación de mandato. Hasta la tradicional, a pesar de los pesares, felicidad de los mexicanos, se está resintiendo. La decepción corre como viento frío.

Lamento el tono amargo de este escrito, porque, aunque haya quien no lo crea, pienso que el fracaso de AMLO será el fracaso de México, y que el desencanto enfriará en las venas la sangre de muchos. Veamos, a modo ilustrativo, tan solo dos hechos recientes de aspectos muy alejados entre sí. El primero, la matanza de Michoacán, que Andrés Manuel ha manejado con su estilo habitual entre torpe y grotesco, pero que demuestra que lo que parece no tener límites es el terror y la inseguridad que campan por México a sus anchas. El segundo, que ha pasado más desapercibido, es la eliminación fulminante del programa "Escuelas a tiempo completo" (¿será también culpa de la corrupción?), que ha dejado de la mano de Dios a más de tres millones y medio de niños pobres. Es la habitual política de la manta corta, que para abrigar la cabeza tiene que desabrigar los pies. En este caso, se abandona a las personas dizque en beneficio de las infraestructuras, como si ambas cosas no debieran ser obligadamente compatibles y complementarias. Primero los pobres, decía.

El relato que AMLO quiere imponer de unos adversarios que lo acorralan es una simple y llana falsedad. Ha sido el Presidente con más respaldo y más esperanzas depositadas en décadas, las cuales ha dilapidado entre su egocentrismo y sus neurosis. Le queda, eso sí, a don Andrés, la cada vez más famélica legión de los perceptores de ayudas gubernamentales, los únicos que, contra viento y marea, hacen de contrapeso en los antihipocentros de los avisos negativos. Puede que, de nuevo, sean quienes le salven. Ocurre, no obstante, igual que con la manta corta: la inflación hace cada vez más exiguas las dádivas, y la ausencia de políticas eficaces de empleo obliga a jugadas como la eliminación de programas y el asalto a fideicomisos para sacar lana de donde haya lugar. Sea ahora o después el momento en que prenda definitivamente la mecha de la decepción, se avecinan días agrios. El paso de la miel a la hiel no es plato del gusto de nadie, y rara vez tiene buena digestión.

adolcafe@yahoo.es



ADOLFO GONZÁLEZ reside en España, y es analista político especializado en la interpretación de la metodología de Saba Consultores de medición de la opinión pública.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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