Darío Fritz

TERRITORIOS BALDÍOS
El fisgoneo sobre diálogos o búsquedas de información digital agrava en el plano virtual la inseguridad que ya padecemos en la calle. Esconde abundante desidia y mentira al momento de pregonar su seguridad


La pesadumbre de arar en el mar suele ser pasajera. Miremos hacia adelante, salgamos a recorrer el mundo sin un destino fijo ni declarado, guiados por la intuición.


El añorado acceso a un Internet libre que se le conoció en sus inicios parece encaminarse hacia un arma manipulable y extorsiva, un switch que unos pocos tienen la discreción de bajar o subir.


Nada ha movido a que el gobierno israelí cambie un ápice el genocidio contra la población palestina, ni deje de extorsionar al mundo con la diatriba verbal de que todo aquel que lo cuestione es un antisemita.


El espacio de los críticos tiene un lugar especial para Donald Trump. No se aceptan. Además de demandar económicamente a varios medios, también con las palabras ha sido exuberante en su escasa empatía con quienes observan lo que él es.


Nos preguntamos qué es el tiempo y no encontramos respuestas rápidas ni definitivas. 


Han muerto once narcotraficantes, dice Donald Trump, que advierte cómo resuelve su gobierno el tráfico de drogas. El reino absoluto de la impunidad y la imposición de la fuerza.


La buena noticia en el empleo se le debe a la informalidad, esa que carece de prestaciones, seguridad social y sobrevive pendiente de la estabilidad de la economía.


La lluvia quizá evite acarrear agua el próximo verano, pero mientras llueve, al manejar se enfrentará a una colección de agujeros que ni el peor Lucifer haya diseñado. 


En ese reflejo maniqueo que tienen muchos, de pretender formatear al mundo a su antojo, tratan que flotemos en su burbuja sin chistar, sin paracaídas para el aterrizaje. 


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