Alejandro Moreno

LAS ENCUESTAS
Cuando vemos resultados de encuestas damos por sentado que la gente opina libremente, sobre todo a través de esos instrumentos que buscan garantizar confianza y anonimidad.


La legislación de encuestas, en México y en otros países, se basa en el supuesto de que éstas sí pueden influir al electorado y por eso se prohíbe su publicación algunos días previos a una elección.


El efecto ‘herding’ en los resultados coincidentes de las encuestas es cuando la convergencia se da no por razones metodológicas o estadísticas, sino por señal o instrucción.


Como método político, las muestras pequeñas de las encuestas resultan excluyentes, privan a la gran mayoría de ciudadanos de participación política y no abonan al empoderamiento democrático.


Al quedar solamente Paredes y Gálvez, será interesante observar quién de ellas consolida el apoyo femenino y quién de ellas captará el mayor apoyo entre los hombres.


Las encuestas no suplen ni debieran suplir a los mecanismos institucionales de decisión colectiva, como las elecciones, los plebiscitos o las consultas populares constitucionales.


Parece que el efecto Xóchitl también está cambiando las agujas en la brújula de Movimiento Ciudadano. Habrá que ver cómo se adaptan a ello.



En nuestros tiempos, los líderes políticos consultan al oráculo, en su forma de sondeo o encuesta, para conocer la voz del pueblo (’vox populi, vox Dei’, como dice el viejo adagio).


Un tercio de la sociedad mexicana se muestra hoy dispuesta a respaldar un gobierno autoritario, desde los años 2000 y 2001 no se habían visto niveles por arriba de 30 por ciento.


A Xóchitl Gálvez y a Beatriz Paredes las prefieren las mujeres, mientras que a Santiago Creel y a Enrique de la Madrid los hombres. Es clara la correspondencia de género.


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