Adolfo González

EL SEXTANTE
El más descarrilado, que es Ricardo, y el mejor posicionado, que es Marcelo, se quejen de lo mismo, un presunto favoritismo que viene de dentro, que es igual que decir que procede del gran jefe Andrés Manuel.


Se mantiene Andrés Manuel López Obrador con un notorio respaldo, pero es claro que sus últimas actuaciones no han despertado entusiasmo alguno.


¿Disponen los ciudadanos, en términos prácticos, de una alternativa real con la qué encontrar salida a los desmadres de la 4T?


Aunque cuantitativamente nada ha cambiado, desde el punto de vista cualitativo se sigue produciendo un fenómeno ya observado hace tiempo: la lenta reconfiguración de los respaldos de Andrés Manuel.


Es decepcionante que la sociedad mexicana no reaccione ante un problema tan lacerante como el que sufre en cuanto a la violencia y siga manteniendo el nivel de aprobación de AMLO.


Hay variaciones que indican que no solo descendieron las simpatías a AMLO, sino que aumentó el rechazo. 


El obradorismo es una especie de versión 2.0 del priismo más rancio, y la 4T está integrada en gran medida por los mismos perros con distinto collar.


Cada vez me asalta más la desagradable sensación de desencanto ante estos caníbales de la política. Todos parecen iguales. Son lo mismo porque comen lo mismo.


Lo de AMLO no es una transformación, es una regresión a base de hipnosis a los tiempos más oscuros de la "dictadura perfecta" del PRI. La mejor manera de no seguirle el juego es no participar en la consulta.


Ante el evidente desgaste en el respaldo popular, lo que necesita López Obrador es que alguien en quien confíe, si es que lo hay, le diga la verdad y lo conduzca al camino de la cordura.


Contenido reciente