La respuesta es sí y a la vez no. En primera instancia no se está dando un rompimiento violento, un distanciamiento claro en donde haya persecución del círculo inmediato del mandatario, como por ejemplo se presentó en el sexenio de Zedillo en contra de Salinas de Gortari o en el de Lázaro Cárdenas con Plutarco Elías Calles. Se podría incluso decir que sigue habiendo cercanía y aprecio entre Sheinbaum y Obrador, sin embargo, también es claro que la Presidenta ha comenzado a marcar su propio estilo, priorizando temas en donde hay marcadas diferencias con el exmandatario, lo cual es bueno, porque demuestra su propio estilo de gobernar.
Esto también es evidente frente al empoderamiento de figuras cercanas a ella, en especial actores como Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, que se percibe junto a Marcelo Ebrard como los hombres fuertes del Gabinete, frente a la marginación que se está comenzando a ver en actores cercanos a AMLO como Adán Augusto López Hernández o Andy López Beltrán, que hasta hace apenas unos meses sonaba muy fuerte como el posible sucesor de Sheinbaum, pero al día de hoy se antoja ya descabellado pensar en él como posible candidato.
Es decir, Claudia ha comenzado un proceso de distancia sana, sin rompimiento, pero que en el mediano plazo le permitirá a ella controlar los hilos de las principales decisiones. Se trata de una ruta que no está exenta de obstáculos, porque el grupo de cercanos de AMLO aún no reaccionan y no lo han hecho precisamente porque quieren evitar un rompimiento que, a la postre, les salga más caro, es decir, hoy los obradoristas tienen lugares y espacios de poder que les conviene cuidar, pero si se radicalizan corren el peligro de quedar fuera de la ecuación.
Por tanto, Sheinbaum está haciendo cortes quirúrgicos que generan daños controlados a la imagen de su partido y gobierno, pero que son devastadores para la gente cercana a AMLO. El más claro ejemplo es la situación de Adán Augusto López Hernández, quizá el político más cercano a Obrador, que ha quedado desprestigiado y sin una carrera política futura, debido a su cercanía con Hernán Bermúdez Requena, su exsecretario de Seguridad en Tabasco y presunto líder del grupo criminal “La Barredora”.
Para nadie es un secreto que Javier May, actual gobernador de Tabasco, no hubiera hecho las denuncias que realizó en contra de Hernán Bermúdez –las cuales terminaron salpicando a Adán Augusto– sin la autorización expresa de la Presidenta, o que el comandante de la 30 Zona Militar de la Sedena, Miguel Ángel López, no habría confirmado a un medio de comunicación la existencia de la orden de aprehensión sin que sus superiores le dieran dicha instrucción.
Lo que es un hecho es que la Presidenta comienza a marcar una agenda propia y ello es positivo, dado que el pueblo de México la eligió a ella para gobernar y, por tanto, debe ejercer los poderes que le fueron conferidos.
