¿Quién debe seguir a quién? ¿El Gobierno a los ciudadanos o los ciudadanos al Gobierno?
La pregunta me surge porque a muchos mexicanos, la pandemia les ha enseñado una lección: sus preocupaciones y anhelos, temores y angustias, no son las mismas que los gobernantes traen en mente.
Por ejemplo, el Gobierno de López Obrador lanzó hace días una campaña para celebrar la Grandeza Mexicana (así, con mayúsculas) en 2021, a 700 años de la fundación de Tenochtitlán, a 500 años del descubrimiento de América y a 200 años de la consumación de la Independencia.
Además, se ha permitido el Presidente de México enviar cartas a través de un mensajero personal (su esposa Beatriz) al Papa Francisco como jefe de Estado de El Vaticano, al Gobierno de Italia y reiteró su llamado a la Corona española, a pedir “perdón” a los pueblos originarios de América, además de solicitar en préstamo piezas arqueológicas y códices para su exhibición en museos mexicanos.
La cereza del pastel fue la petición al Gobierno de Austria para que enviara el Penacho de Moctezuma a una exhibición temporal en México, a lo cual de inmediato se negaron los austriacos argumentando la fragilidad de la pieza, la cual impediría un traslado tan extenso.
No para ahí la cosa, pues el Gobierno de la CDMX, de la misma filiación política que el Presidente, retiró una estatua de Cristóbal Colón de su pedestal en Paseo de la Reforma, en donde reposaba desde 1877. El pretexto fue que se le aplicarían trabajos de restauración, justo un par de días antes del 12 de octubre, el Día de la Raza, como se le conoce en México.
Después de retirar la estatua del navegante genovés, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, declaró públicamente que a lo mejor era un momento oportuno para reflexionar sobre si regresar o no a Colón a su pedestal.
Todo esto que le platico es parte de la narrativa reciente del Presidente de la República y de la Jefa de Gobierno de la CDMX frente a los medios de comunicación, mientras el país avanza más allá de las 84 mil muertes por coronavirus y rebasa los 825 mil contagios, según las cifras oficiales.
Multiplique los fallecimientos por el factor 3.8, los casos positivos por el factor 8, y con ese ajuste tendrá cifras más cercanas a la realidad: unos 319 mil muertos y 6.6 millones de casos positivos de Covid 19.
Mientras tanto, del lado de la ciudadanía, las mamás mexicanas siguen soportando la carga del trabajo, el cuidado y atención de los niños para que atiendan sus clases en línea y, además, el cuidado y manejo del hogar.
A las mamás les ayudan las abuelas, cuando ellas pueden, pero no hay manera de que recurran a las estancias infantiles, las que el Gobierno se dedicó a cortarles recursos económicos mucho antes del inicio de la pandemia.
Mientras tanto, a la triple carga de las mujeres mexicanas se agrega el hecho lamentable de que, bajo el confinamiento, los hogares se vuelven un infierno cuando en ellos predomina el machismo, la violencia contra las mujeres y todo tipo de abusos físicos y sexuales.
No para ahí la cosa. El riesgo de contraer el virus, enfermar y morir; el desempleo fulminante que afectó a tantos mexicanos; la falta de ingresos regulares en los hogares, y el encierro físico siguen devastando la salud mental de los mexicanos.
La ansiedad, inquietud o franca desesperación entre muchos mexicanos porque se dan cuenta de que tendrán que pasar por todo esto aferrados a su suerte y rascándose con sus propias uñas, provoca la desintegración de familias y el abandono de hogares.
Frente a todo eso, ¿para que queremos de vuelta el Penacho de Moctezuma? ¿Por qué no piensan los gobernantes, en lugar de en su Grandeza, en la Miseria en la que están viviendo muchos mexicanos?
Podemos vivir sin el penacho; no podemos vivir sin comer.