Sobre Alfonso Romo

Rogelio Ríos

MIRADA AL MUNDO
Será un juicio a la clase empresarial y la cultura de negocios regiomontana, es decir, al ambiente financiero en donde se pueden dar casos grandes de posible lavado de dinero. 
11/07/2025

En una escena inolvidable de la película “El Color del Dinero” (1986, Martin Scorsese), al entrar a un billar a jugar contra apostadores fuertes, “Fast” Eddie (Paul Newman) aspira hondo y dice a sus acompañantes, Vincent (Tom Cruise) y Carmen (Mary E. Mastrantonio), “Chicos, ¿pueden olerlo?” 

Vincent se queda confundido y responde “¿Qué cosa?”, pero su novia Carmen, más lista, le dice: “Cariño, es el olor del dinero, ¡vamos por él!”.  

El olor del dinero es lo que trae en estos días de cabeza a empresarios, bancos y casas de bolsa en México (CIBanco e Intercam), con una repercusión particularmente fuerte en Monterrey en la persona de Alfonso Romo y uno de sus negocios, Vector Casa de Bolsa. 

Los señalamientos del Tesoro de Estados Unidos sobre presunto lavado de dinero son graves contra su persona y la casa de bolsa, por lo que será en instancias judiciales en donde se determinen las presuntas acciones delictivas y las responsabilidades de cada personaje. 

La acusación en contra de Romo no se queda en su persona, pues mucho me temo que será un juicio a la clase empresarial y la cultura de negocios regiomontana, es decir, al ambiente financiero en donde se pueden dar casos grandes de posible lavado de dinero. 

Voy a contar una anécdota: yo conocí personalmente al ingeniero Alfonso Romo en el año 2017 en un evento informal en el Club Hípico La Silla, al que él convocó y en donde acudieron activistas de la sociedad civil, integrantes de ONGs y ciudadanos independientes como un servidor. 

En ese entonces, Romo dijo a los presentes que quería recoger opiniones y señalamientos sobre las propuestas del candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador y Morena, con el fin de elaborar un “plan de gobierno” en caso de que ganara la elección a la presidencia de la república. 

Su compromiso con el candidato morenista, aseguró Romo en esa ocasión, se limitaría a elaborar -con su staff propio- ese plan de gobierno en donde se reflejarían propuestas de diferentes sectores sociales y empresariales, entregárselo una vez concluido y seguir concentrado en sus negocios. 

No soy militante de Morena, agregó el ingeniero, ni deseo tener puestos en el gobierno de Andrés Manuel, si es que llegara a ganar la elección. 

Como parte de su plática, don Alfonso relató que conoció a López Obrador cuando era jefe de gobierno capitalino y vivía en el departamento en la Colonia del Valle en la CDMX, y quedó impresionado por su personalidad (sencilla y modesta en ese entonces), por lo cual decidió apoyarlo en su trayectoria política. 

A su vez, me impresionó la franqueza de Romo al jugar sus cartas políticas con plena apertura, delimitar sus compromisos políticos e invertir tiempo y dinero en apoyo de un candidato en el cual creía firmemente. 

Al final del evento, varios de los presentes nos tomamos la fotografía de cortesía con el ingeniero, de la cual yo conservo mi copia. 

Después de ese encuentro en 2017, las cosas dieron un giro drástico al ganar López Obrador la elección presidencial en 2018 y anunciar la designación de Romo como nada menos que el coordinador de la oficina de la presidencia. 

Otro giro drástico fue el anuncio de la cancelación del aeropuerto de Texcoco (AICM), a fines del año 2018, después de que Romo asegurara reiteradamente a los empresarios que acudían a él que el proyecto no sería cancelado. 

¿Qué es lo que hizo cambiar a un hombre de negocios de su magnitud de un extremo a otro en tan poco tiempo? 

No dejo de pensar en eso cuando recuerdo la figura de Romo en ese evento del 2017 en el Club Hípico La Silla y veo al hombre asediado por acusaciones de lavado de dinero del Departamento del Tesoro en 2025. 

El testimonio personal de Bruno Ferrari, a quien respeto como un hombre de convicciones, difundido recientemente en El Financiero, contiene señalamientos fuertes a la ética de negocios de Romo. 

Considerando todo lo anterior, veo en el caso de Romo no sólo la situación personal de un empresario en apuros, sino el espejo en el cual se reflejan muchos empresarios regiomontanos. 

¿Cómo participar en la alta política, aun con las mejores intenciones, sin quedar dañado en el prestigio personal, mientras los políticos siguen tan campantes? 

Más grave aún: ¿cómo hacer frente al dinero ilícito que permea por todas partes en la forma de miles de millones de dólares que en todo México necesitan ser “lavados”? 

Al olor del dinero acuden apostadores grandes (“High Rollers”, dicen en Las Vegas) oportunistas de toda laya, organizaciones criminales, gente sin escrúpulos ni ética en busca de socios legítimos que los “blanqueen”. 

El dinero tiene la cualidad de mimetizarse en cualquier ambiente y con toda clase de personas que lo vuelve irresistible. 

Tal vez se sienta hoy solitario y repudiado por sus paisanos, pero Alfonso Romo dará la batalla legal que definirá el perfil de una generación de empresarios regiomontanos, su ética de negocios y su compromiso con la sociedad. 

Si él gana o pierde esa batalla, las consecuencias las vivirán todos los empresarios regios. 

A ellos les diría “Fast” Eddie: “Chicos, ¿pueden olerlo?” 

Rogelio.rios60@gmail.com 



ROGELIO RÍOS estudió Relaciones Internacionales y es periodista de opinión sobre México y el mundo.

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

Más artículos del autor

Contenido reciente