Mis Diputados

Rogelio Ríos

MIRADA AL MUNDO
Es a los ciudadanos a los que se deben los legisladores, no a sus partidos políticos, no a sus coordinadores legislativos y ciertamente no al Presidente de la República.
10/09/2021

No logró encender mi entusiasmo la apertura de una nueva Legislatura en el Congreso de la Unión (2021-2024) a partir de septiembre, con todo y que creo que nada puede ser peor que la anterior Legislatura (2018-2021), una de las que mayor vergüenza le ha dado a México.

Me entusiasmo o deprimo, lo confieso, según el perfil de cada nuevo grupo de diputados federales, porque creo sinceramente que el Congreso de la Unión representa el mejor espacio público para deliberar y resolver lo que Andrés Molina Henríquez llamó “los grandes problemas nacionales”.

Hace mucho tiempo que dejé de creer en Caudillos y Líderes carismáticos que, desde la Presidencia de la República o las gubernaturas, pueden marcar el rumbo de la Patria por, literalmente, sus purititas pistolas. No importa qué tan irracionales sean en su actuar y decir, la gente los arropa con adoración divina.

Frente a eso, me enfoqué desde hace tiempo hacia el Congreso de la Unión como el depósito infalible de la confianza ciudadana. Cada diputado tiene la posibilidad de ejercer, pensaba de mi parte, su labor de legislador y vigilante del Poder Ejecutivo principalmente, sometiendo los ímpetus del Caudillo a los cauces legales y haciendo valer la representación ciudadana que los llevó a sus asientos, pues se deben a los ciudadanos.

Ya se imaginarán ustedes, estimados amigos, las decepciones que he vivido con cada legislatura y cada diputado sobresaliente que parecía encarnar el ideal legislativo. No viene al caso detallarlas, únicamente les diré que han sido muchas y terribles decepciones.

Atrapados como están en las redes de los partidos políticos, los diputados son notoriamente incapaces, salvo contadas excepciones como dice el cliché, de pensar y actuar por su cuenta. Unos, movidos por cálculos e intereses políticos; otros, la mayoría en tiempos recientes, por su visible falta de preparación, la carencia de una idea clara de su elevada posición y porque simplemente se sacaron la lotería al llegar a la Cámara de Diputados: ¿en qué otra chamba te pagan tan bien, tienes fuero, recibes sobresueldos por participar en comisiones, tienes fondo de ahorro y jugoso aguinaldo, y por si fuera poco y hay necesidad de un dinerito extra, puedes vender tu voto haciendo a un lado los escrúpulos?

No es complicado navegar por el Congreso, como dicen los pícaros jarochos en el café de La Parroquia, “con bandera de pendejo”.  Ni siquiera tienes que leer las iniciativas de ley tan engorrosas y técnicas, únicamente vota como tu coordinador de bancada te indique y ¡voilá! te llegará tu sobre puntual llenito de efectivo a la oficina.

Reitero, hay honrosas excepciones a ese esquema, no todo es tan sombrío. El problema es que últimamente, por ejemplo en la Legislatura federal que recién concluyó (2018-2021), ya ni siquiera se preocuparon por cubrir un poco las apariencias y lo que vimos fue un desfile de personajes caricaturescos de todos colores y filiaciones en la tribuna legislativa que no le tenían miedo el ridículo: decían cualquier tontería indigna de un legislador. Vaya, hasta llegaron al absurdo, en la bancada mayoritaria de Morena, de acatar como una orden el dicho arrogante del Presidente López Obrador de que “no le cambien ni una coma” a sus iniciativas de ley.

Caramba, ¿cómo no se va uno a decepcionar? Dan ganas de tirarse a la bebida, o como diría un buen amigo: por eso están llenas las cantinas.

Aquí vamos de nuevo, sin embargo, y la apertura de una nueva Legislatura federal me remueve, no lo niego, la esperanza de ver a un Congreso de la Unión desplegado a plenitud y a sus legisladores ejerciendo a cabalidad sus funciones, con visión de autonomía del Ejecutivo y con la preparación y motivación necesarias para enfrentar los retos de México.

La soberanía nacional reside en la sociedad. Los ciudadanos la ejercen a través de los diputados, sus representantes. Es a los ciudadanos a los que se deben los legisladores, no a sus partidos políticos, no a sus coordinadores legislativos y ciertamente no al Presidente de la República. 

Lo que voy a hacer distinto, de ahora en adelante, es seguir de cerca a mis diputados (federales y de Nuevo León, en donde resido), observar el sentido de sus votos, buscarlos por correo electrónico, por teléfono o en persona, siempre respetuosamente, para expresarles mis puntos de vista, los acuerdos y desacuerdos con ellos. No pido la perfección de ellos, pues yo disto mucho de ser un ciudadano modelo, pero sí pido que hagan su mejor esfuerzo y sean honestos con ellos mismos, en primer lugar, y con nosotros los ciudadanos.

Hagamos un pacto de honor, mis diputados: yo voto por ustedes en las urnas; ustedes voten por mí en el Congreso. Nos vamos a llevar muy bien, gracias de antemano.

Rogelio.rios60@gmail.com
 



ROGELIO RÍOS estudió Relaciones Internacionales y es periodista de opinión sobre México y el mundo.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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