Marine Le Pen (candidata de Reagrupamiento Nacional) está apenas 10 puntos porcentuales debajo de Emmanuel Macron (candidato de República en Marcha), por lo cual la Presidencia de Francia se decidirá en una segunda vuelta cerrada que tendrá lugar el próximo domingo 24 de abril.
No sólo el curso de las políticas francesa y europea (Francia es uno de los países pilares, junto a Alemania, de la Unión Europea) están en juego, sino el rumbo de la guerra en Ucrania, pues es bien sabida la inclinación pro Putin de Le Pen,
Cualquier cosa puede pasar, dicen los expertos en asuntos franceses y europeos. Por ese motivo, y para practicar un poco mi muy oxidado francés, me dispuse a seguir el debate que el pasado 20 de abril tuvieron ambos candidatos en la televisión francesa.
En todo momento durante el debate, Macron se refirió a Le Pen como “Madame Le Pen”. Igualmente, en todo momento la discusión -agitada por momentos- se dio en torno a ideas y posturas de ambos personajes a lo largo del tiempo.
Mantener un nivel de civilidad elevado cuando está en juego la posibilidad de retener el poder o perderlo para Macron, habla muy bien de la cultura política francesa. Incluso en un encuentro con una representante de posturas extremas (Le Pen, no es ningún secreto, se ubica en la ultra derecha francesa) expresadas como anti islamismo, anti europeísmo y pro Putin, el debate no se desvió hacia ataques personales.
No hubo, como entre políticos mexicanos, intercambio de insultos en lugar de argumentos. No hubo Citlalis arrogantes que acusan a sus legítimos opositores de ser “traidores a la Patria”, por votar en contra de una iniciativa presidencial.
Lo cortés no quita lo valiente. Macrón se contuvo emocionalmente, Le Pen hizo lo mismo, y ambos pudieron mostrar al público francés sus posturas, virtudes y defectos. Ganó la Francia entera y desde mi perspectiva, fue Macron quien predominó en el debate.
Lo anterior no borra, sin embargo, la preocupación de muchos franceses (angustia que yo comparto plenamente) por el avance de posiciones de ultra derecha conducidas con el populismo y la distorsión de los hechos que ya conocemos muy bien en México, ¿está perdiendo Francia su espíritu democrático?
Por su parte, el analista de política internacional Roger Cohen nos advierte (en su columna del New York Times del 22 de abril) algo que debe preocupar a la Casa Blanca, a Berlín y a Londres:
“Si la señora Le Pen gana, lo cual no es probable pero sí factible, su victoria seguramente fracturará la unidad aliada que construyó el Presidente Biden en un intento por derrotar al Sr. Putin. Eso le daría a Putin lo que sería con mucho su aliado más importante en Europa, uno que puede incrementar su capacidad de separar a Europa de los Estados Unidos y fracturar así el viejo proyecto europeo de unidad… Francia, miembro fundamental de la Unión Europea y de la OTAN, sería súbitamente el vientre bajo de Occidente”.
Las repercusiones para Berlín y Londres serían igualmente desfavorables si gana Le Pen, pues ella trae una idea que expresó en el debate con Macron: la Unión Europea necesita, dijo, “una reestructuración profunda” y Francia debe replantearse a qué tipo de Unión quiere pertenecer. Sí, esto suena a “Franxit”, es decir, a considerar una salida de la Unión, tal como fue el “Brexit” británico.
En México, quienes estarían muy contentos con un triunfo de Madame Le Pen sería los extraviados y, afortunadamente, pocos diputados federales que crearon el Comité de Amistad con Rusia e invitaron al embajador ruso en México, representante de un país agresor de Ucrania, al recinto del Congreso de la Unión.
Por último, si Francia se orienta a la extrema derecha en donde todo pensamiento es “ultra”, en blanco y negro y sin matices, empezará a descender al abismo de las guerras culturales, la intolerancia y la violencia (como parece haberlo hecho Estados Unidos) que pondría de cabeza a Europa.
Francia, mi amada Francia, no te quiero ver así.