A pesar de tantas lecturas de notas periodísticas, análisis y artículos académicos sobre el cambio climático y el significado de la COP 26 (Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático), la verdad es que fue otro tipo de noticia la me sacudió por su magnitud y me hizo pensar en que, en efecto, estamos en una transición energética muy a pesar de nuestro escaso entendimiento de ella. El bolsillo no miente y nos avisa que viene algo nuevo, ¿estamos preparados?
La empresa norteamericana Hertz, la más famosa arrendadora de autos en el mundo, anunció en días pasados que había colocado un pedido de 100, 000 (sí, cien mil) automóviles para renovar su flotilla. Un gran pedido, sin duda, pero con una particularidad: todos esos autos serán eléctricos y los fabricará la firma TESLA, la de Elon Musk.
De inmediato, el valor en Bolsa de Tesla creció a los niveles de Apple, Google y Microsoft, es decir, un nivel arriba del millón de millón de dólares de valor en el mercado; entre sus competidores, Toyota vale unos 250 mil MDD y Volkswagen andará en 150 mil MDD.
Lo más importante, sin embargo, es que este acto comercial señala en definitiva un rumbo: el provenir es eléctrico para los automóviles y de energías limpias para los consumidores. Los bolsillos de los accionistas y de los consumidores no mienten: la apuesta es hacia las economías verdes, a las empresas que compran y venden bajo el criterio ESG (Environmental, Social and Government por sus siglas en inglés que corresponden a Inversión Socialmente Responsable) , lo cual irá excluyendo a los productores y comercializadores que no operen bajo ese paraguas.
En la reunión de la COP 26 en Glasgow, Escocia, que arranca el 1 de noviembre, se verá reflejado este nuevo ambiente en las economías y los negocios de los países más avanzados. Por primera vez en una reunión de este tipo, las cuales son más bien de tono político, será ineludible pensar en términos de economía: no se trata de si vamos o no hacia una transición energética, pues esta ya comenzó y es irreversible; se trata de saber cómo vamos a participar en ella, si caminaremos en la vanguardia o, como frecuentemente le sucede a México, iremos en la retaguardia, allá bien atrás en la fila.
Para la empresa Hertz, el cambio a los autos eléctricos no es una moda, sino una necesidad. En meses anteriores se había declarado en bancarrota y no avizoraba un panorama grato ante los crecientes precios de la gasolina. Mark Fields, director ejecutivo interno, explicaba el giro de su compañía con claridad: “Los vehículos eléctricos son ahora la tendencia”, dijo al periódico El País. “El nuevo Hertz liderará el camino como empresa de movilidad. Comenzamos como la flota de alquiler de vehículos más grande de América del Norte y con un compromiso de hacerla crecer para proporcionar la mejor experiencia de alquiler y recarga en todo el mundo”.
De la bancarrota a la supervivencia hay un paso: la transición energética. Hertz y Tesla así lo han entendido, sus accionistas y consumidores también; ¿lo entenderán los diplomáticos en la COP 26?
No tengo la respuesta a ese cuestionamiento. Me preocupa que en la calle, entre amigos y conocidos, se repite la expresión COP 26, pero no se sabe ni qué significan las siglas. Supongo, además, que los legisladores federales y senadores mexicanos, así como algunos gobernadores y alcaldes de las principales ciudades aztecas, no sabrían deletrearla a pesar de que acudirán a Glasgow, faltaba más.
Los bolsillos hablan en casi cualquier parte del mundo, menos en México. En esta tierras tan queridas, se discute hoy no la necesidad de transitar hacia las energías limpias, sino la posibilidad de andar el camino, pero hacia atrás: evitar que la economía nacional se vuelva verde para que siga “negra” como las energías fósiles que hemos usado toda la vida, dejando relegadas en un rincón a todas las demás.
Si no nos damos cuenta de la magnitud de esa tragedia económica que estamos a punto de convertir en ley, no sé a qué va México a la COP 26 si su gobierno y una parte de la sociedad simplemente están desconectados de la noción de la transición energética como necesidad, no como preferencia política.
Me duele el bolsillo cada vez que cargo gasolina en el carro y no veo más que precios al alza y explicaciones zonzas de los gobernantes sobre esa carestía. Me duele más, sin embargo, la incapacidad de nuestros gobernantes de entender el momento crucial que vivimos en el mundo, la necesidad de la transición energética y la importancia de reuniones como la COP26 en el seno de Naciones Unidas.
En verdad, ¿a qué va México a Glasgow? No tiene nada qué ofrecer, estamos hoy por completo fuera de la jugada.