Es del mismo color y humea igual que siempre, pero al café descafeinado le falta sabor.
En eso pensé cuando escuchaba, el martes 1 de octubre, el mensaje presidencial Claudia Sheinbaum después de prestar juramento en la sede del Congreso de la Unión: algo le falta a este café.
Mientras los mexicanos esperaban un diagnóstico contundente de la realidad del país, sus problemas y soluciones urgentes, Claudia eligió llenar su mensaje de alabanzas a López Obrador, juramentos de fidelidad a los principios de la “cuarta transformación” y marcar la raya a cualquier posibilidad de tolerancia a las críticas o diálogo con la oposición política.
Las decisiones sobre la continuidad de la plataforma de gobierno las tomarán ella y su partido Morena, nadie más, y eso está decidido y no se encuentra sujeto a discusión. Adiós “gobierno para todos”.
¿El Tren Maya? Se ampliará con una ruta adicional de Mérida a Puerto Progreso, faltaba más.
¿Programas sociales y pensiones universales? No sólo se quedan las que ya existen, sino que se agregarán algunos programas más.
Es en el mensaje político, sin embargo, en donde Claudia mostró de qué está hecha realmente:
“Cualquiera que diga que habrá autoritarismo está mintiendo”.
“Quien crea que la Guardia Nacional, estando en la Secretaría de la Defensa, es militarización, está totalmente equivocado”.
“En nuestro gobierno garantizaremos todas las libertades, la de expresión, de prensa, de reunión, de movilización. La libertad es un principio democrático y nosotros somos demócratas... nunca usaremos la fuerza del Estado para reprimir al pueblo”.
Al día siguiente, informó que seguirá en las conferencias matutinas, la sección enfocada al “contra fact checking” que se llamará, aunque usted no lo crea “el detector de mentiras”. Vaya libertad de prensa.
No percibió el redactor de su discurso inaugural las contradicciones inherentes en el texto: somos demócratas, pero consideramos “mentiroso” a quien se atreva a criticar al gobierno y a señalar sus rasgos autoritarios.
Otra contradicción: cualquier crítica a la militarización del país es una equivocación, cosa que contradice la libertad de expresión y el supuesto espíritu demócrata de la presidente morenista.
Al observar con ojo crítico el mensaje de Claudia, su lenguaje corporal y la ceremonia de saludos posteriores a su discurso, noté que ella tiene la actitud del deportista que en una competición no siente el reto opositor, no compite con nadie porque va solo en la pista, ¿para qué esforzarse?
Al descalificar a priori a los opositores y críticos como “mentirosos” o “equivocados”, Claudia se queda sola en el escenario; su diálogo es, en realidad, un largo monólogo en el que puede decir cualquier cosa como, por ejemplo, que la militarización no es militarización sin inmutarse, como personaje de Alicia en el País de las Maravillas (Lewis Carroll).
No dejé de constatar el vergonzoso “besamanos” presidencial de épocas anteriores, el mismo que ahora encontró acomodo en la cuarta transformación.
Por otra parte, en todo mensaje político que proviene de la presidencia de la república siempre es interesante señalar lo que no se dijo, ya que las omisiones fueron más importantes que lo mencionado en el texto de Sheinbaum.
¿La violenta toma de Culiacán desde hace semanas por bandas contrarias del crimen organizado ante la negligencia de los militares de la zona? Ni una sola mención.
¿El déficit histórico entre ingresos y egresos en el presupuesto público de casi 6 millones de millones de pesos? Nada.
¿Los casi 200 mil homicidios durante el sexenio de López Obrador, la mayor cifra sobre la de cualquier otro presidente anterior? Nada.
¿Las más de 100 mil víctimas de desapariciones forzadas? ¿Las fosas clandestinas por todo el país? ¿El desdén de López Obrador hacia las madres buscadoras? Nada dijo, no sea que se arruine la fiesta.
¿Los señalamientos de corrupción y posibles complicidades con el crimen organizado en la persona y el ámbito familiar de López Obrador?
¿La devastación ecológica del Tren Maya?
Adivinó usted bien: Claudia no mencionó esos temas.
“Lo que no se menciona no existe”, expresó la nueva presidente en una parte de su mensaje: nos dio su receta personal para el café descafeinado.