Por una gentil invitación del profesor Asgar Banda, asistí de manera virtual a la clase Radio I, en la Universidad de Monterrey UDEM, el 13 de abril, en donde un equipo de tres alumnos me hizo una entrevista sobre el tema de comunicación política, campañas electorales y redes sociales. Les comparto las interesantes preguntas que me hicieron y espero que mis respuestas hayan sido igual de interesantes.
¿Cuál cree que sea la forma de distribución más eficiente en cuanto a la publicidad de la política?
De entrada, pensaría en una mezcla de redes sociales y campaña presencial que tomara en cuenta que en Mx el acceso a internet alcanza aproximadamente a la mitad de la población, que extensas áreas rurales no tienen ese acceso y que la utilización de plataformas como Facebook y Twitter puede crear una sensación de omnipresencia, de que abarcan a toda la sociedad, pero no es así del todo. Una explicación radica en que incluso los mexicanos que sí acceden a internet no están interesados, en su mayor parte, en obtener información sobre temas políticos, sino que acuden a las redes con otros intereses en mente como diversión, conocer gente, pasar el tiempo, obtener seguidores, etc. Si soy un candidato, por ejemplo, en Monterrey o la CDMX, ciudades con elevada densidad de población y alto acceso a internet, me conviene más enfatizar, por supuesto, la presencia en redes sociales que de forma física, pero no podría utilizar esa misma mezcla si mi candidatura fuera en Hualahuises, N.L.
¿Se podría decir que los candidatos más fuertes en redes son los que ganan?
Un candidato que apostara a una fuerte presencia en redes sociales tendría, en efecto, más posibilidades de prevalecer sobre sus contrincantes, pero no sería una apuesta completamente segura. Las redes le darían visibilidad, le evitarían “gastar suela” en una campaña tradicional y también le ayudarían a sacarle la vuelta a las restricciones por la pandemia de coronavirus, pero recordemos que la presencia o ausencia en las redes sociales es solamente un factor entre otros: mucha presencia en redes, pero con mensajes fallidos o débiles, o con personas incapaces de hablar y convencer en público llevaría al desastre a cualquier campaña electoral. El reto es lograr mucha presencia en redes y tener un mensaje claro, positivo y contundente. El usuario de las redes, por lo general, es muy escéptico de la política, se siente insultado en su inteligencia si escucha mensajes bobos o clichés y frases hechas, exige mucho más a los candidatos y los puede criticar y hasta insultar libremente en las redes. Por tanto, las redes sociales son un espacio que cualquier candidato debe tomar con mucha seriedad y presentando lo mejor de sí mismo en ellas.
¿Cual es su postura acerca del uso de redes sociales en la guerra sucia de la política?
Me parece lamentable que por alguna razón que todavía no entiendo a fondo, la gente en las redes sociales se siente con el derecho a insultar, calumniar y difamar, de una manera y con una intensidad que jamás usaría en medios de comunicación tradicionales o si estuviera cara a cara con quien es objeto de sus críticas. Si yo no fuera periodista, ya habría cancelado mi cuenta de Twitter, plataforma en la que los mensajes de gente que me parece valiosa y sensata se ven abrumados por olas y olas de comentarios de odio, insultos y señalamientos sin argumentos; se respira una vibra muy gris ahí, pero es la gran plataforma para tener presencia en redes sociales.
El problema de que en las redes sociales se refleje la guerra sucia de los candidatos y políticos es que se tiende a normalizar esa condición de la política y poco a poco llegamos a pensar que eso es lo normal, que así son las cosas y no hay posibilidad de subir de nivel la discusión pública. Sin embargo, no creo que regular el internet o las redes sociales, plantarles restricciones desde el gobierno de cualquier tipo, sea la solución adecuada, la cual, en todo caso, tendría que venir desde los usuarios mismos.
¿Cree que la juventud se influencie más por el candidato con más peso en redes sociales?
Buena pregunta, y para contestarla me plantearía primero que a lo mejor, si definimos juventud, digamos de los 25 años hacia abajo, quizá estaríamos subestimando la capacidad de juicio de muchos jóvenes que ya no se van con la finta de ver un rostro y un nombre una y otra vez en las redes, y que le mera sobreexposición de un candidato, aunque diga muchas tonterías o haga videos cantando y bailando, va a convencer a un muchacho o muchacha a votar por él. No basta que te vean mucho en las redes, necesitas comunicar algo importante, demostrar que entiendes los grandes problemas de tu ciudad y tu país, convencer a la gente que tienes visión y estrategia para gobernar o ser legislador, además de que mueves el bote en tik tok con mucha simpatía. Al final, lo que la ligereza y frivolidad de muchos candidatos en las redes logran es precisamente lo contrario de lo que buscan: convencen a los jóvenes, sí, pero de no votar por ellos y, en general, de hastiarse de la política y prefieren mantenerse al margen de ella.
¿Los candidatos que no optan por usar redes tienen posibilidades de ganar?
En un caso extremo de candidatos que no usen redes sociales, explicable quizá en las montañas de Guerrero o de Oaxaca en donde no hay acceso a internet, no veo cómo puedan ganar si el terreno de la votación es parejo. Hacer eso sería derrotarse de entrada al desechar la herramienta más poderosa de comunicación del mundo moderno: el internet y las redes sociales. En un entorno urbano, digamos Monterrey o Guadalajara, quedar fuera de las redes equivaldría a aplastar tu propia campaña electoral antes de empezarla.
¿Tiene el mismo impacto un método de distribución tradicional que una red social?
Yo los veo como métodos complementarios, no como excluyentes. En los extremos, una campaña puramente presencial me parecería tan absurda como otra exclusivamente digital. En el fondo, habrá candidatos que se sientan más a gusto en la plaza pública que en las redes sociales, no lo dudo, pero en donde sea que hagan campaña lo esencial es que tengan algo interesante qué decir y que lo sepan decir. Una fotografía del candidato se puede retocar con photoshop hasta dejarlo hecho un galán tipo Robert Redford o una Sophia Loren, pero hasta el momento no se puede retocar ni filtrar con ningún software a un hombre o mujer hablando en vivo en una plaza o a través de las plataformas sociales. Un simple tuitazo puede arruinar la reputación de cualquier candidato o cualquier político, igual que perder los estribos en un discurso en vivo o decir falsedades o absurdos. Las palabras brotan desde dentro de lo que cada uno traemos, reflejan lo mejor y peor de nosotros mismos, y es el instinto el que nos dice si alguien que vemos o escuchamos es sincero o está ocultando algo.