No olvidemos el nombre de Aranza Ramos, su entrega a una causa que la consumió, su sacrificio final. Ella encarna a tantas mujeres que buscan a sus desaparecidos, ella es parte de la luz que intenta descubrir los rostros perdidos en fosas clandestinas regadas por México.
No se sabe quién o quiénes entraron a su casa en Guaymas, Sonora, el pasado 15 de julio y la mataron. Nada detuvo a esa mano criminal, no hubo disuasión alguna que funcionara y protegiera a Aranza. No tuvo la menor oportunidad.
La búsqueda de su esposo desaparecido se vio interrumpida por su propia muerte. AsÃ, muerte sobre muerte, pena sobre pena, tantos mexicanos ven sus vidas canceladas abruptamente. Todo se vuelve de cabeza. Desaparecer es llevarse consigo una parte del alma de los que se quedan y condenarlos a vivir errantes, sin término de su duelo ni renovación de su esperanza.
Aranza (27 años) pudo apenas vivir unos meses más desde que, en diciembre de 2020, su esposo Brayan Omar Celaya desapareció. TenÃa que cuidar a su hija, pero lo buscaba y buscaba en Sonora y recibió el apoyo de Madres Buscadoras de Sonora (@buscadorasonora, “Buscamos a nuestros corazon@s #HastaEncontrarlosâ€, WhatsApp +52 662 3415616) para su búsqueda.
Buscar fue para ella su último fin en la vida, su razón de ser. ¿De qué paÃs le podemos hablar ahora a la hija de Aranza, una pequeña de menos de un año? ¿En qué mundo va a crecer ella? ¿Qué caso tiene explicarle qué hay instituciones y leyes, derechos civiles y un Estado que nos debe proteger a todos? ¿No son acaso palabras huecas, sin validez alguna? Ya no las va a escuchar, en cualquier caso. Se nos fue y no pudimos hacer nada para evitarlo.
Las compañeras de su colectivo escribieron en Twitter: “Madres Buscadoras de Sonora nos unimos a la pena que embarga a la familia de Aranza Ramos una gran persona que su único pecado fue amar con toda su alma a su esposo, al cual buscaba incansablemente desde que desapareció, ¿por qué matarla?â€.
La Oficina de la ONU Derechos Humanos en México, a cargo de Guillermo Fernández, expresó que “el asesinato de la señora Aranza Ramos nos recuerda la dura situación que enfrentan las familias de personas desaparecidas en México. No sólo padecen el dolor de la ausencia y la incertidumbre, sino que investigan y buscan a sus familiares desaparecidos, enfrentando riesgos que no deberÃan asumirâ€.
Al menos 8 activistas y defensores de los derechos humanos, como Aranza, han sido asesinados en México en 2021. El Gobierno federal reconoce que más de 89 mil personas han desaparecido en México desde 1964, el año en que empezaron los registros.
En el primer semestre de este año se descubrieron 174 fosas clandestinas a nivel nacional. En el mismo periodo, pero en 2020, habÃan sido 297 las tumbas masivas encontradas.
SÃ, en este paÃs va a crecer la pequeña hija de Aranza y Brayan con el recuerdo de sus padres masacrados en una nación que no pudo ofrecerles seguridad y garantÃas para salvar sus vidas.
No puedo escribir más que desde la tristeza por la tragedia en las vidas de dos muchachos sonorenses que no podrán acompañar a su hija en su niñez y edad adulta. Vendrán indagatorias, diligencias judiciales, meses y años de investigaciones para alcanzar algún dÃa, con suerte, la justicia anhelada.
Mientras tanto, no olvidemos a Aranza ni a las madres buscadoras: solamente ellas pondrán punto final a esta locura de fosas y desapariciones.
Pregunto a Alfonso Durazo, Gobernador electo de Sonora, ¿Qué va a hacer respecto al caso de Aranza, Brayan y su pequeña hija? Tóquese el corazón, Sr. Durazo.