En la entrega anterior, lamentábamos la falta de asesores o expertos en comunicación que se manifiesta en los mensajes publicados por nuestros gobernantes. O ya no los contratan o los mantienen en “sana distanciaâ€.
Son tiempos de profunda incertidumbre, y los ciudadanos se preguntan hasta cuándo acabarán.
En esta circunstancia, resulta entendible el aumento de videoconferencias del Presidente y los gobernadores para explicar sus planes y tranquilizar a la gente. Pero el resultado ha sido en vano: la incertidumbre galopa por todo el paÃs, a pesar de la información abundante que se difunde.
En verdad, nos habÃamos acostumbrado a cierto respeto por la elocuencia que mostraron numerosos presidentes del pasado. La extrañeza no puede pasar de ahÃ, pues se trata de mandatarios comprometidos a mantener regÃmenes autoritarios y no a proteger ciudadanos libres.
Pero la sociedad de hoy, llamada justamente “sociedad de la informaciónâ€, exige eso: claridad, estÃmulo, persuasión, y los actuales gobernantes cometen grandes tropiezos a la hora de comunicarse. Acaban deformando hasta la parodia temas delicados o de altura de miras.
Quizás esta vulgarización de los asuntos de Estado, de los problemas históricos, sea también consecuencia del avance democrático. Recuérdese que el ideal del sistema es la nivelación social de la nación, de sus asuntos de gobierno y de la formación del mismo. Todos los ciudadanos resultan elegibles para dirigirlo si no se encuentran culpables de delito. El único requisito estricto es la mayorÃa de edad (y la nacionalidad mexicana).
En el caso nuestro, los procesos electorales han ganado mayor transparencia, equidad y certeza, a pesar de algunos vicios que subsisten. Por eso vemos en el palacio municipal, en el curul del congreso y en la oficina del poder estatal a personas de bajo perfil, de preparación muy elemental o de origen rural, un tanto desubicados en la cultura de la gran ciudad.
Su presencia debe ser tomada como una virtud de nuestra realidad democrática y no como un defecto de la misma. Pero es insuficiente.
Es justo recordar que la democracia ha tenido crÃticos audaces, incluso en el siglo XX. La invasión de los simples les parecÃa una amenaza a los valores de la civilización. Esa fue una de las ideas principales de José Ortega y Gasset en La Rebelión de las Masas. Según el pensador, el hombre-masa se caracteriza por “su radical impresión de que la vida es fácilâ€, y su propensión a meterse en todo, “imponiendo su vulgar opinión sin miramientosâ€.
Don José Ortega y Gasset no contó con la situación de nuestro tiempo: este sujeto trivial ya no es sólo gobernado; también es gobernante.

Con la pandemia mundial del coronavirus, la ignorancia de los mandatarios ha quedado al desnudo a la hora de comunicar el tema. Echan a la basura más de un siglo de técnicas y recursos para hablar a las audiencias. Basta una pequeña muestra para recordar o sorprenderse de esto.
Al respecto, dejo a continuación una cadena de frases dichas por gobernantes y funcionarios de México y el mundo. Ninguna es peor o mejor que la otra: todas son malas.
“El desinfectante, que lo elimina en un minuto, y de alguna manera es algo que podemos hacer inyectándolo. Suena interesante para mÃâ€. Donald Trump, presidente de Estados Unidos.
“Lo dijimos desde el principio, estas epidemias, pandemias no se curan en los hospitales, sino entre nosotros mismos.â€, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.
"Quienes están contagiados ahorita (…), la mayorÃa son gente acomodada, eh. Si ustedes son ricos, tienen el riesgo, si ustedes son pobres, no. Los pobres estamos inmunes", Miguel Barbosa, gobernador de Puebla.
“Dios habÃa decidido que me tocara estar al frente de esta crisis en mi estado por alguna razón y entendà que no nos iba a dejar solosâ€. Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco.
“La fuerza del presidente (López Obrador) es moral, no es una fuerza de contagioâ€, Hugo López Gatell, subsecretario de Salud.
“Es apenas una pequeña gripe o resfriadoâ€, Jair Bolsonaro (en la etapa de negación). “Va a morir gente, lo siento, pero no podemos parar una fábrica de autos porque hay accidentes de tránsitoâ€, Ãdem (en la etapa de crisis económica).
"No hay virus aquÃ. No los has visto volar, ¿verdad?", Alexander Lukashenko, presidente de Bielorrusia.
"El coronavirus es la obra de dios para castigar a los paÃses que nos han impuesto sancionesâ€, Oppan Michinguri, ministro de Defensa de Zimbabue.