Luego de que el llamado Frente Amplio por México diera a conocer su método para seleccionar al coordinador del propio Frente, conocido coloquialmente como su candidato presidencial, comenzaron a llover críticas y hasta hubo quien renunció a participar alegando que no estaba de acuerdo con el citado proceso.
Por supuesto que, como luego se asegura, cada persona quiere ser el héroe de su propia película y por ello en ocasiones es difícil simplemente aceptar que no se tiene con qué competir en unas determinadas condiciones.
Respetando las razones que pudiera tener cada uno de aquellos que se mencionaba como probable candidato presidencial, habría que señalar que si alguien simplemente no puede juntar 150 mil firmas para avalar su pretensión, no tiene nada que hacer en un proceso electoral de carácter nacional.
Es cierto que el método no es perfecto, difícilmente hay algo perfecto en este mundo, menos cuando se refiere a conjuntar voluntades para realizar algo en común, las partes generalmente tienen que ceder en algún punto. Es cierto también que puede favorecer a los partidos, pero al final de cuentas las organizaciones ciudadanas los necesitan para cubrir las formalidades del sistema electoral y no al revés, así es que no es de extrañar que tomen ventaja de ello, pero así son las cosas, o como se decía antes, “con estos bueyes hay que arar”.
Si alguien se siente un iluminado y asegura que solo aquello que él, o ella, propone es lo correcto y que no se le puede cambiar una coma, pues ya estamos hablando de otra cosa, de que todos están mal y solo él o ella está bien.
En política no hay tal, a menos que seas un dictador, o pretendas serlo, así que por ejemplo me parece más adecuada la postura de un Germán Martínez quien dice así no juego pero apoyo a… que quien dice simplemente las reglas están mal y no voy, pero insiste en que todo el proceso está mal.
No hay procesos perfectos, como tampoco candidatos perfectos, vivimos en un mundo en el que cada uno de nosotros tiene sus opiniones, vivimos en grupos tan complejos que difícilmente va a haber un consenso, a lo más habrá mayorías, pero unanimidad, no.
Es una pena que personas inteligentes y valiosas como Claudia Ruiz Massieu jueguen esa carta, están en su derecho de hacerlo, pero da pena que sean egoístas en ese sentido, que les falte altura de miras, hubiera sido mejor que se sentaran a negociar, aunque quizá en su caso el asunto va más allá, luego de conocer su renuncia al PRI.
Lilly Téllez se fue dando un portazo, pero quizá su objetivo es una candidatura en otras circunstancias y con otros actores, su estrategia simplemente funcionó hasta que otro personaje la desplazó, así sucede, pero no hay por qué tirar el tablero.
Debemos recordar que la política es el arte de lo posible, que no existen soluciones de problemas que a todos dejen contentos, con toda su popularidad, ni siquiera Andrés tiene unanimidad, menos la tendrán otros personajes.
En fin, ya veremos si las discusiones que se están presentando en el Frente opositor no redundan en beneficio del partido oficial y de su candidato. A menos, claro, que allá también haya una ruptura y la elección se vaya a tercios y ahí sí, es probable, altamente probable, que gane Morena debido a su base de votantes, a menos que esta se esté evaluando mal.
Pero independientemente de si gana Morena la presidencia o no, el mayor problema sería que ganara la mayoría constitucional en el Congreso, ahí sí, ¡qué Dios nos agarre confesados!
