En el estado de Nuevo León, tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo han mantenido una pugna que en poco o nada beneficia a los ciudadanos que los eligieron.
Se trata de una pugna pura y dura en la búsqueda de acumular más poder político y las prebendas que con él vienen.
Parece ser que al menos se asoma un tímido intento de corregir, que los actores de uno y otro bando tomaron consciencia de que de seguir por la ruta en que transitaban, podían acabar perdiendo aquello que se supone desean conservar.
Los diputados locales habían decretado un paro de labores, durante el cual continuarían recibiendo sus dietas y bonos, quizá pensando que el repudio hacia el gobernador era tal que los ciudadanos veríamos con buenos ojos esa inédita protesta: una huelga legislativa.
El problema para los legisladores se presentó porque justo en esos días los bonos del gobernador se elevaron gracias a la llegada de Tesla al estado. Con buen juicio, los legisladores dieron un paso atrás e incluso extendieron el periodo ordinario de labores.
Por su parte, Samuel había incumplido con entregar ciertas participaciones a los alcaldes, un compromiso que contrajo durante la negociación del presupuesto para el presente año. Por las razones que se haya retrasado la entrega de fondos, el hecho era que estos no habían llegado a los alcaldes con el consiguiente perjuicio para los ciudadanos.
Afortunadamente, también el gobernador dio un paso atrás e hizo aquello a lo que se había comprometido: entregar los fondos.
Las acciones de legisladores y el gobernador no son aplaudibles por sí mismas ya que solo cumplieron con sus obligaciones, lo aplaudible es el valor que tuvieron para rectificar cuando vieron que sus acciones no eran tan populares como ellos esperaban.
Porque corregir, aceptar un error, menos en el ejercicio de la política como profesión, no es fácil, no es solo cuestión de un ego herido o de imagen pública, sino de que aceptar un error públicamente en política es abrir la puerta para que el día de mañana se cuestione cualquier otra acción.
Lo importante, insisto, es que ambos contrincantes, adversarios dirían otros, enfriaron los ánimos, al menos por el momento, y pasaron a la siguiente acción.
Esperemos que, si es cierto que en breve se viene una serie de inversiones extranjeras en el estado, estas no vayan a ser tomadas como rehenes en el juego de vencidas en que se había convertido el ejercicio del poder político en Nuevo León.
Qué bueno que los legisladores manifiesten su independencia del Ejecutivo, que bueno que este acepte que enfrente tiene un poder que no depende de él, aunque en ocasiones ello no sea del agrado de ningún gobernante, pero así está estipulado en nuestras leyes y frente a ellas caben dos opciones, o violarlas o acatarlas y quienes detentan un puesto público, sobre todo aquellos elegidos por los ciudadanos, se comprometieron a lo segundo, así juran sus puestos.
Ojalá y la cordura o por lo menos el sentido común, continúe campeando en la escena local, en caso contrario en 2024 habrá elecciones.