Así como muchos analistas insisten en pedir al presidente López Obrador que ya no polarice, sin entender que ese es precisamente su objetivo, polarizar a los ciudadanos con la finalidad de continuar manteniendo unidos a sus seguidores, muchos insisten en que sería un error ir a Washington la próxima semana, cuando es la apuesta que AMLO está haciendo para su futuro inmediato.
Mi opinión es que AMLO tiene muy bien medido lo que está haciendo y su presencia en Washington tiene un claro objetivo con miras al 2021 y a seguir manteniendo unida a su feligresía para lograr mantener su mayoría en el Congreso, aclaro, no estoy diciendo que lo vaya a lograr, pero creo que esa es su intención y que desde el punto de vista electoral no es mala idea.
Al ir a Estados Unidos y reunirse con Trump en plena temporada electoral y en medio de la pandemia de Covid-19, López Obrador está usando a, y dejándose usar por, el presidente norteamericano, ambos en miras a las elecciones.
Si Trump gana, AMLO mantendrá su relación con el presidente estadounidense, tratando de obtener beneficios derivados del T-MEC. Para López Obrador no hay de otra, sabe que si el tratado falla, no habrá forma de que su movimiento siga en el poder, quizá no en 2021, pero sí en 2024.
Por eso va, y sí con el objetivo de arrastrar votos entre sus simpatizantes mexicanos que viven en EUA. Le conviene que gane Trump.
Ahora que, si pierde, y los demócratas con Biden a la cabeza, boicotean el tratado precisamente por la visita de AMLO a Trump y su apoyo implícito para la reelección, no dudemos que ello le caería como “anillo al dedo” a nuestro presidente.
Porque, independientemente de si funciona el T-MEC, no habrá crecimiento durante este sexenio, no después de la caída que desde el año pasado traía nuestra economía y que se acentuó con la pandemia, pese a que el presidente diga “tan bien que íbamos”.
Así que, en caso de que se presente la derrota de Trump y el boicot de Biden, AMLO aprovecharía para impulsar el sentimiento “victimista” que tan bien ha cultivado por lo menos durante los últimos 18 años entre sus seguidores. Se radicalizaría más y el grupo de los “bolivarianos” sería el mandón.
La caída económica o la falta de crecimiento se debería, entonces, al complot que los demócratas estarían impulsando y, así como quienes pronostican el fin del mundo y fallan encuentran la forma de poner otra fecha para el suceso y que sus seguidores les crean, así López Obrador pediría más tiempo para su movimiento en el gobierno y sus huestes estarían dispuestos a dárselo, y eso solo pensando en unas elecciones democráticas, sin tomar en cuenta el uso del aparato de estado contra sus adversarios.
No sería la primera vez, ya está sucediendo. Durante la campaña presidencial de 2018 Andrés Manuel se cansó de hacer creer que llegando él al poder todo cambiaría, no en uno o dos años, sino el mismo 1 de diciembre de ese año. Y la gente compró su mensaje.
Cuando no alcanzó ni siquiera para bajar el precio de la gasolina vía la supresión de impuestos, comenzó el discurso de que le habían dejado un tiradero y que no era posible arreglar las cosas en unos meses, aún hoy están pidiendo tiempo para lograr los objetivos. ¿Por qué habría de ser diferente mañana?
No caigamos en el simplismo de decir que el presidente no tiene idea de lo que es gobernar, la tiene, pero es diferente a lo que muchos entendíamos como gobierno en sexenios anteriores, ahora gobernar se entiende como imponer su voluntad a los demás y concentrar el poder, mientras se cultiva el clientelismo.
Así es que no, AMLO no está dando un paso en falso, sino uno perfectamente calculado. No falta mucho para que se vea claramente lo que está sucediendo.
