El triste caso del niño que mató a su maestra e hirió a varios de sus compañeros para luego suicidarse, es el campo propicio para que muchos, tanto gobernantes como ciudadanos, muestren sus filias y fobias, pero también para mostrar lo que se hace una y otra vez ante estos sucesos: posar para la foto.
El niño, que cometió el homicidio e infligió las heridas a otros niños, ya no puede ser castigado por la ley puesto que murió y, entonces, se busca quién pague, al menos ante la opinión pública. Al parecer, lo único que importa para las autoridades.
Resulta que el abuelo del menor es acusado de "homicidio por omisión", cualquier cosa que ello signifique. Un paréntesis, el abuelo puede ser acusado de otros delitos, como también lo está siendo, posesión de arma de uso exclusivo del ejército, ahora se sabe que también está acusado de lavado de dinero o de operaciones con dinero de procedencia ilÃcita y lo que se vaya sumando, ya que aún no acaba ahà la cosa.
Pero acusarlo de homicidio por omisión resulta, desde mi punto de vista, aberrante.
Esta acusación abre la puerta para que si usted, por ejemplo, no atiende los frenos de su carro que ya le han avisado que están fallando y, ocurra que en un accidente debido a la falla en los frenos, mata a una o varias personas, el homicidio culposo del que pudiera ser acusado, podrÃa cambiar a homicidio por omisión que, seguro, debe tener una pena mayor que el otro.
Pero, si a esas vamos, por qué no culpar a las autoridades que permitieron que el arma utilizada por el menor llegara al paÃs del mismo delito, homicidio por omisión, ya que dejaron de cumplir con su deber. O a las autoridades de todos los niveles que pemiten que haya más de 30 mil muertos en el año debido a la violencia generada por el narcotráfico, ya que no cumplieron con su deber de mantener la paz.
SonarÃan ridÃculas estas acusaciones, tanto como la que pesa sobre el abuelo del niño mencionado.
Pero no creo que lo que se busque sea justicia, sino simplemente quedar bien ante la opinión pública, no vaya ser que a la hora de votar se acuerden.
Lo peor, creo, es que la sociedad se desgarra las vestiduras durante unos dÃas, crea programas mágicos que vendrán a salvar al mundo de estos hechos y luego sigue con su vida sin recordar lo que sucede, sin entenderlo y, por ende, sin lograr prevenirlo.
Por eso nunca avanzamos. Porque no sabemos qué pasó ni por qué paso, pero, eso sÃ, como gallinas descabezadas, corremos en cÃrculos gritando por la tragedia.