Durante la campaña de AMLO en pos de la presidencia en 2018 comenté con algunas personas el hecho de que este estaba realizando algunas alianzas mediante las cuales se aseguraba votos de importantes sectores, como el magisterial y parte del viejo PRI, pero que ello implicaba de alguna manera abandonar ciertos ideales que el entonces candidato había enarbolado en las dos campañas presidenciales anteriores.
Comenté que a mi gusto en esta ocasión la visión de un país renovado le era ajena ya a Andrés Manuel y que había sido sustituida por la obsesión de alcanzar el poder a cualquier costo, incluyendo la traición a sus reales o supuestos ideales.
Bartletts, Elbas y demás priistas, perredistas, panistas renegados y por supuesto grupos de integrantes de los poderes fácticos desfilaron en la campaña de AMLO y este les respetó acuerdos y puestos una vez alcanzado el poder, todos eran purificados una vez que abrazaban el nuevo credo.
Hoy analistas como Jorge Zepeda Patterson se preguntan por qué se mantienen ese tipo de alianzas, destacadamente con figuras como los Yunes, Pedro Haces, los dueños del Partido Verde o del Trabajo, si ya no son necesarias puesto que ya se tiene el poder, todo el poder y se pregunta hasta cuando la presidenta Claudia Sheinbaum las mantendrá.
Dice Zepeda Patterson “con el poder que hoy ostenta Morena cuesta trabajo ver el encumbramiento de Yunes como un “mal” necesario y queda más bien como un acto perverso y un desdén a las convicciones de parte de quienes hoy dirigen el Poder Legislativo. ¿De veras se necesita a un personaje como Pedro Haces para gobernar?”.
https://www.milenio.com/opinion/jorge-zepeda-patterson/pensandolo-bien/…
Asegura este autor que el mensaje que se envía es que la lealtad política está por encima de cualquier consideración ética. “¿Cuánto tiempo puede tolerarse a estos personajes en posiciones de poder sin que las redes que tejen y las prácticas con las que intoxican la vida pública perviertan a un movimiento?”
Quizá, solo quizá, el propio autor no quiere ver que la actual mandataria tiene también que afianzarse en el poder y tiene también que pagar costos como lo tuvo que hacer su antecesor, en este caso no porque desde afuera, los contrarios, la estén acechando sino porque es el propio movimiento el que la tiene cautiva. Al parecer ya “estos personajes” intoxicaron el movimiento y lo pervirtieron.
Quizá no sea que la presidenta no desee romper lazos con este tipo de políticos con los cuales a ella no se le conocen nexos, sino que simplemente la dinámica en que se ha envuelto la 4T, una dinámica de poder, no le responde a ella, sino a su propia inercia y a los objetivos de quien la fundó.
Hasta hoy, y dando el beneficio de la duda para el futuro, el hecho es que Sheinbaum no ha roto con esos aliados incómodos, como tampoco lo ha hecho con rémoras de la 4T que se sienten dueños de la marca porque se dicen puros y fundadores de este movimiento.
Las causas ella las sabrá, nosotros solo podemos suponerlas, pero a decir verdad en este caso más vale ser historiador que profeta. No vaya a ser el Cerro de las Campanas.
