En los últimos años, hemos normalizado lo improbable: una pandemia, el colapso de redes sociales, estallidos sociales espontáneos o escándalos corporativos que nacen de un simple post en alguna red social. En este contexto, cada decisión directiva se ha vuelto una prueba de fuego para la continuidad operativa y la confianza.
Y aunque solemos decir “nadie lo vio venirâ€, la evidencia nos dice otra cosa. Mi experiencia en manejo de crisis —y mucha de la bibliografÃa especializada— coinciden en un dato inquietante: más del 80% de las crisis son previsibles. No en su forma exacta, pero sà en su origen. La mayorÃa nace de los riesgos que ya estaban sobre la mesa… solo que nadie quiso abrir la conversación y convertir las preocupaciones en una agenda de trabajo.
Pocas veces dedicamos tiempo a ese ejercicio incómodo pero necesario: identificar nuestra verdadera agenda de riesgos. Es como pretender cuidar la salud sin hacernos chequeos médicos, sin exámenes de laboratorio, sin detenernos a evaluar si algo puede empeorar o fallar. Esperar a tener fiebre no es una estrategia de salud. Tampoco lo es empezar a diseñar respuestas cuando la crisis ya estalló.
Desde esa convicción, en Komunika Latam desarrollamos Black Swan Protocol: una metodologÃa de simulación diseñada para fortalecer las capacidades y la articulación de los equipos ejecutivos ante escenarios de alta presión. A través de una experiencia teórico-práctica, se entrena a lÃderes empresariales en la toma de decisiones frente a eventos inesperados y de alto impacto.
No se trata de adivinar la próxima crisis. Se trata de vivir, en un entorno controlado pero realista, la tensión de gestionar rumores virales, coordinar vocerÃas en ausencia de información completa, decidir sin red, proteger la reputación, mantener la operación. Se trata de enfrentar en frÃo las preguntas que normalmente solo se responden en caliente.
He visto que este ejercicio deja al descubierto algo más profundo que vacÃos en los protocolos: deja en evidencia el valor —o la fragilidad— de la confianza dentro de los equipos de liderazgo. En una crisis, no lidera quien tiene el cargo más alto, sino quien puede articular la mejor respuesta colectiva. Porque cuando lo improbable sucede, no hay tiempo para jerarquÃas, solo para coherencia, claridad y convicción.
Black Swan Protocol no busca lucirse con dramatismos. Busca habilitar conversaciones estratégicas que muchas veces no se dan hasta que ya es tarde. Es una oportunidad para mirar de frente lo que evitamos, revisar cómo reaccionarÃamos, y fortalecer esa musculatura organizacional que solo se activa bajo presión.
No podemos evitar los cisnes negros. Pero sà podemos prepararnos para que no nos paralicen. Y en esa preparación, el liderazgo hace toda la diferencia.