La soberanía se ejerce, no se proclama

Para nadie es un misterio que, en amplias zonas del país, quienes mandan no son las autoridades legítimas sino los cárteles.
08/05/2025

Donald Trump lo volvió a hacer. Desde el avión presidencial, el pasado domingo 4 de mayo, el actual presidente de Estados Unidos declaró que “sería un honor†poder enviar tropas a México para combatir a los cárteles del narcotráfico.

Según él, la presidenta Claudia Sheinbaum rechazó la propuesta porque “tiene miedo†de los cárteles.

Así lo dijo en su tono arrogante y condescendiente, pasivo agresivo, sin embargo pregunta de fondo está en el aire: ¿de verdad somos una nación soberana o sólo nos aferramos a la palabra porque no queremos mirar de frente la realidad?

La respuesta oficial fue rápida y encendida. “México no se subordina a nadieâ€, dijo la presidenta Sheinbaum en un acto público. Y es cierto que la defensa de la soberanía es un principio irrenunciable del Estado mexicano. Pero también es cierto que esa soberanía está profundamente vulnerada.

Para nadie es un misterio que, en amplias zonas del país, quienes mandan no son las autoridades legítimas sino los cárteles. Controlan carreteras, cobran impuestos, reparten justicia, regulan la vida económica y social. ¿Cómo hablar de soberanía cuando el Estado no gobierna en su propio territorio?

Trump, en su estilo brutal, lo dijo sin rodeos: “Ella tiene miedo. El narco la tiene atadaâ€. Es una afirmación que ofende, hasta temeraria, pero no absurda si se considera el contexto. No porque Sheinbaum esté sometida por los cárteles —no hay evidencia de eso—, sino porque el poder del narco en México es tan vasto que cualquier gobierno, por más legítimo que sea, actúa condicionado por su presencia.

Esa es la verdadera amenaza a la soberanía: no Estados Unidos, sino el Estado paralelo del crimen organizado.

También que quede claro, Trump no actúa por amor a México. Su interés es totalmente personal, Atacar a los migrantes, vincular a México con la droga, hablar de “mano duraâ€, todo eso le rinde votos en los estados clave. Pero lo que propone no es sólo propaganda: ya lo ha dicho con todas sus letras. Quiere enviar tropas de élite, fuerzas especiales, “para acabar con los cártelesâ€.

Según él, lo haría desde el primer día de su mandato. Y esta vez, no lo dijo como candidato, habló como presidente en funciones.

¿Debe México aceptar tropas estadounidenses en su territorio? La respuesta es no. Pero esa negativa debe venir sustentada de algo más que discursos nacionalistas.

No podemos desgarrarnos las vestiduras por la soberanía cuando en muchos municipios los alcaldes piden permiso a los jefes del narco para gobernar. No podemos hablar de independencia cuando los migrantes, el fentanilo y la violencia cruzan nuestras fronteras sin control. La soberanía se ejerce, no se proclama.

Algunos sectores acusan a Estados Unidos de buscar otra “intervención democrática†como las que ha promovido en Medio Oriente. No es una teoría descabellada. Detrás del discurso de seguridad siempre hay intereses económicos y geopolíticos.

Pero no olvidemos que el mayor argumento de quienes promueven una intervención es la debilidad del Estado mexicano. Panamá, Irak, Afganistán: todas fueron presentadas como naciones “fallidasâ€. ¿Y nosotros qué tan lejos estamos de ese diagnóstico?

El debate no es entre traidores y patriotas. Es entre realistas y negacionistas. Quien defiende la soberanía sin reconocer que el narco ya gobierna buena parte del país está mintiendo y ademas es parte del problema.

Y quien cree que la solución es entregar el país a las tropas extranjeras, también se equivoca. La salida está en fortalecer el Estado mexicano, en limpiar las instituciones, en recuperar el territorio. Pero eso implica reconocer, primero, lo que hemos perdido.

Y sabemos que este régimen no reconoce fallos, todo es perfecto.

Trump es una amenaza, su lógica de fuerza puede encender un conflicto de consecuencias impredecibles. Pero también es un espejo que muestra lo que no queremos ver. Nos indigna la posibilidad de que tropas extranjeras crucen nuestras fronteras, pero toleramos que las armas del narco circulen sin freno por nuestras ciudades. Nos ofende que un presidente extranjero nos llame débiles, pero normalizamos que los gobernadores pacten con los criminales.

La soberanía no es una bandera para cubrir la vergüenza. Es una responsabilidad que se ejerce todos los días. Si no queremos intervenciones, si no queremos imposiciones, si no queremos que nos usen como peones, entonces debemos reconstruir el Estado. Lo demás es simulación. Y en la simulación, como ya sabemos, los que ganan son siempre los mismos: los que mandan con balas y corrompen con dólares.

Tiempo al tiempo.



HÉCTOR GUERRERO es periodista director de @politicamx @TiempoReal_mx y @losfuertes.mx. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

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