La estatua de la transformación fallida

Haber levantado la estatua de López Obrador en cualquier parte del país, hubiera sido un error, el hacerlo en Atlacomulco, pues tiene su dosis de perversidad.
06/01/2022

"Cuanto más alta se alza la estatua, tanto más duro y peligroso es después el golpe en la caída", San Josemaría Escrivá De Balaguer.

En el año nuevo, continúan los viejos problemas, por lo que, aunque seas chairo, fifí, prianrdista, señoritingo, liberal, conservador, juarista, antes que esos motes, todos somos mexicanos y, desgraciadamente, no va a ser un año fácil.

La inseguridad, la economía y la pandemia, son los temas prioritarios de este país, incluso más importantes que las elecciones que vienen o la consulta de revocación de mandato, que solo servirán para que el presidente dedique su tiempo a esos asuntos en lugar de lo que nos afecta día con día.

El último día del año vimos un hecho, del que alcanzamos a dar cuenta de forma muy somera la semana pasada, cuando nos enteramos que las autoridades salientes del municipio de Atlacomulco, erigieron una estatua de su pejestad en la cuna del priismo más rancio y corrupto de los últimos años. Una provocación abierta sin duda.

La estatua fue develada, el 29 de diciembre pasado, por el alcalde de Atlacomulco, Roberto Téllez Monroy, de Morena, antes de finalizar su administración el 31 de diciembre.

¿El alcalde Téllez se manda solo? No lo creo.

Más tiempo se tardaron en hacer su espectáculo, que lo que duró erigida la estatua, pues no solo la derrumbaron, sino que fue partida en pedazos. Incluso alguien se llevó la cabeza.

¿Se imaginan que los priistas de tabasco hubieran erigido una estatua de Carlos Salinas en Macuspana?, sin duda hubiera tenido la misma suerte, hasta la hubieran “machetiado” como dicen por allá, o simplemente los propios pobladores no hubieran permitido siquiera que se erigiera la estatua del enemigo público número 1 de López, aunque sea su motivación y razón de ser.

La provocación por parte de la administración saliente de Atlacomulco, fue a todas luces un error, que contraviene a toda la palabrería que ha dicho López sobre que no le gustaría que ninguna obra llevara su nombre, menos una estatua. Aunque no hizo nada para impedirlo.

Es más, haberla levantado en cualquier parte del país, hubiera sido un error, el hacerlo en Atlacomulco, pues tiene su dosis de perversidad. Y no, no es por defender al PRI o por victimizarlos.

La vida como comunicador me ha enseñado que los hechos son neutros, partir de ahí para descifrar las connotaciones, las causas y las consecuencias de cada asunto en particular para analizar qué hay detrás de cada suceso, desde una interpretación compleja, hasta descubrir que no hay nada más que lo que se ve y éste asunto, no es la excepción.

El mensaje es obvio, la permanencia, la soberbia, el pretender magnificar méritos donde no los hay, el culto a la personalidad, hasta la hipocresía.

Y si no creen, en eso de la hipocresía, bueno hay mucho material y para muestra, un presidente que se ufana de ser amante y conocedor de la historia, festeja el año nuevo destruyendo la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en fin. A nadie debe sorprender esto, pues hemos visto esa forma de gobierno durante tres años.

“Lo importante es decirles que no se sientan mal, que yo les agradezco mucho por sus buenas intenciones, pero también, que me hagan caso porque no me gusta lo que tenga que ver con la vanidad y el culto a la personalidad”, dijo.

También dijo que la gasolina iba a costar 10 pesos, un sistema de salud como Dinamarca, que iba a terminar con la corrupción, que no hay inflación, que los militares se iban a los cuarteles y otras fantasías.

¿De verdad le creen?

Hemos visto a un presidente que no es responsable de nada, que no se ensucia y parece flotar en las tragedias que ha visto este país, que ha convertido la mentira en una forma de gobernar, en una estrategia brillante de comunicación, donde la ineptitud es la constante y pisotear instituciones el pan de cada día.

Un presidente que es todopoderoso y, a la vez víctima, que basa su “éxito” en el servilismo y la lambisconería.

Como sabemos el ego de los políticos, especialmente el de López, es como un animal voraz que a diario necesita ser alimentado y eso, tipejos como el ex alcalde de Atlacomulco, lo saben y lo sucedido con esta desafortunada estatua es una prueba lamentable de ello.

Las esculturas a personajes vivos en México nunca han tenido suerte y si no pregunten lo que le pasó a la de Miguel Alemán, López Portillo, Fidel Velázquez y Vicente Fox.

Esos grados de lambisconería ya están llegando demasiado lejos, hasta el padre Solalinde que dijo ver “rasgos de santidad” en el tabasqueño.

Sin embargo, y que quede claro, nunca estaré de acuerdo con el vandalismo, pues éste es síntoma de descomposición social, el que yo sea crítico de López, no me hace celebrar esta ni ninguna otra forma de vandalismo.

El pueblo bueno repudia la megalomanía, el mesianismo, autoritarismo, populismo y ambición de poder no solo de López, sino en el mundo y a través de la historia.

Así pues, iniciamos este 2022 con un presidente sin pies ni cabeza, no es falso, pero exageran, dirían por ahí.

Tiempo al tiempo.



HÉCTOR GUERRERO es periodista director de @politicamx @TiempoReal_mx y @losfuertes.mx. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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