Ante el dilema empresarial de pronunciarse a favor de uno u otro candidato, partido o postura política, la respuesta corta y obvia es la de ser neutral y no pronunciarse. ¿Pero tienen las empresas un rol que jugar en el juego democrático de las sociedades a las que atienden? La respuesta es sí.
En primer lugar, es importante reconocer que las empresas tienen un papel fundamental en la sociedad y su influencia puede ser significativa, sin embargo, las empresas no votan ni pueden aspirar a ser votadas o a representar la opinión del grupo de ciudadanos con derecho a voto que trabajan en sus instalaciones, y ni siquiera de sus consejos de administración por más números que estos sean.
Las empresas y sus directivos pueden ser líderes de opinión hacia dentro de la organización y sus colaboradores, y también hacia sus diferentes grupos de interés externos, por lo que la cuestión recae en cómo ejercer responsablemente esa capacidad.
Las empresas no son entidades políticas. Su misión principal es generar valor económico y social, no influir en la elección de un candidato, por lo que la postura neutral se convierte en un principio fundamental para las empresas y sus líderes. Esto implica evitar cualquier tipo de apoyo explícito o implícito hacia algún candidato, partido político o ideología. La neutralidad asegura que las decisiones empresariales se basen en criterios objetivos y no sean influenciadas por intereses políticos o personales.
NEUTRALIDAD, NO INDIFERENCIA
Las empresas y sus representantes pueden expresar una postura clara a favor de la democracia, la legalidad, la participación ciudadana y la pacífica solución de los conflictos antes y después de los comicios.
Lo anterior implica promover hacia dentro de la organización un ambiente de respeto, inclusión y diálogo, donde los colaboradores se sientan libres de expresar sus opiniones políticas sin temor a represalias o discriminación, pero con límites claros para evitar que hablen representando a toda la organización o busquen influir indebidamente en las decisiones de sus compañeros.
Asimismo, se deben facilitar los mecanismos necesarios para que los empleados puedan ejercer su derecho al voto de manera informada y sin obstáculos, y que puedan participar como funcionarios de casilla, si es el caso, sin afectaciones a sus percepciones, evaluaciones de desempeño y prestaciones.
EDUCACIÓN CÍVICA, SÍ
Es recomendable que los negocios promuevan proactivamente la educación cívica entre sus colaboradores, facilitándoles el acceso a información objetiva sobre los candidatos, sus propuestas y los retos que enfrenta el país, pero también sobre sus derechos electorales como ciudadanos y los mecanismos legales que existen para la defensa del voto y de la libertad de expresión.
BENEFICIOS DE LA NEUTRALIDAD
Externamente, apoyar de manera manifiesta a uno u otro candidato puede tener consecuencias inmediatas y en el largo plazo, pues perdedores y ganadores sabrán quién los apoyó y quién no, y siempre tendrán la tentación de tomar venganza, afectando la viabilidad de los negocios y objetivos de la corporación.
Apoyar la legalidad, la participación cívica y la democracia es algo que ningún bando podrá rechazar de manera abierta.
Las empresas y sus líderes deben ser conscientes de su influencia y utilizarla de manera responsable, promoviendo un ambiente de respeto y diálogo, donde los colaboradores puedan ejercer su derecho al voto de manera informada y sin influencias externas.